¿Te has planteado alguna por qué “septiembre” se llama así, cuando en realidad no es el mes séptimo del año, sino el noveno? ¿Y qué pasa con octubre, noviembre y diciembre? Tampoco son el octavo, noveno y décimo mes, aunque sus nombres así lo sugieren. Hoy te contamos el origen de los nombres de los meses.

Los meses del calendario latino

166_calendario2020
Calendario de MLC Estudio

Ya hemos contado en este blog el origen latino de los nombres de los días de la semana o de los nombres de los planetas. También a la hora de hablar de los nombres de los meses debemos recurrir a la Antigüedad romana. En un primer momento, el calendario latino contaba con diez meses: el año empezaba en marzo y terminaba en diciembre. Por este motivo, se denominó al mes séptimo “septiembre”, al octavo “octubre”, al noveno “noviembre” y al décimo “diciembre”. Pero este año formado por diez meses no se ajustaba al calendario solar y no existía una correspondencia entre los meses y las distintas estaciones. Para evitar este desfase y el desplazamiento de los meses a lo largo de los años, las fuentes latinas cuentan que Numa Pompilio (753-674 a. C.), segundo rey de Roma, cuya figura oscila entre la historia y la leyenda, añadió dos nuevos meses. En vez de colocarse al final del año, se situaron al comienzo. De esta manera los últimos cuatro meses del año quedaron desplazados y su nombre dejó de tener la lógica original.

 

 

¿De dónde vienen los nombres de los meses?

166_Jano
Jano bifronte de los Museos Vaticanos
(foto: Wikimedia Commons)

Una vez colocados los doce meses en su sitio, ¿qué os parece si desgranamos el origen de sus nombres? Enero toma su nombre de Januarius, que a su vez nos remite al dios Jano. Lo más característico de esta divinidad es su carácter bifronte, el hecho de que Jano presenta dos caras, mirando al pasado y al futuro. No se me ocurre mejor justificación para ser el dios al que se dedica el mes que inaugura el nuevo año, como dios que controlaba lo que entraba y salía, lo que comenzaba y terminaba.

Parece ser que febrero debe su origen a la festividad de las Februa, un festival de purificación con el que se despedía el año, ya que febrero, durante algún tiempo, fue el último mes del calendario.

Marzo se relaciona con Marte, el dios de la guerra, que también tenía connotaciones relacionadas con la fertilidad y la protección de los campos. Abril tiene que ver con el verbo “aprire” haciendo referencia a aquello que se abre, es decir, el despertar de la naturaleza que se da en la primavera.

 

Hera Ludovisi. Palazzo Altemps
(foto: Wikimedia Commons)

No hay consenso con el origen de mayo. Mientras algunos autores opinan que la palabra rinde homenaje a los “mayores”, a los senadores de Roma, es más común relacionarlo con Maya, la madre del dios Mercurio. También a una divinidad femenina hace referencia el mes de junio. Hablamos de Juno, la esposa de Júpiter, protectora de la mujer y de la familia.

Llega el turno de Julio y Agosto, cuyos nombres se modificaron a partir de dos personajes históricos fundamentales en la historia de Roma. Hablamos respectivamente de Julio César y de Augusto, primer emperador, a los que dedicaron los dos meses de verano. Me parece especialmente apropiado en el caso de Julio César, porque, tal y como explicaré en el próximo post, tuvo mucho que ver en la definición del calendario romano.

Mosaico romano con representación de los meses. Museo Arqueológico de Sousse (Túnez) (foto: Matemolivares)