Hay personajes que, sin comerlo ni beberlo, se han convertido en iconos de una generación. Creo que el caso más emblemático es el del Che Guevara, cuya foto, realizada por Alberto Díaz, más conocido como Korda, se convirtió en el icono más emblemático de la izquierda política. La Marilyn de Andy Warhol, también archireproducida, es una de las imágenes más característica de la actriz estadounidense, asociada al glamour, la fama y el boato de Hollywood en el caso de una mujer de vida tormentosa. Pero hay otro ejemplo que en los últimos años está suponiendo una auténtica conmoción en el merchandising: Frida Kahlo.

Frida Kahlo

Frida Kahlo
Frida Kahlo (foto: AirFrance)

Frida Kahlo (1907-1954) fue una artista mexicana comprometida con su época, muy vinculada a la política y con una trayectoria vital llena de intensidad y sufrimiento. De niña padeció poliomielitis pero lo que realmente marcó su salud fue un terrible accidente de autobús que vivió con dieciséis años y que le persiguió toda su vida: llegó a pasar por 32 intervenciones quirúrgicas, tuvo que estar postrada en cama durante largos periodos de tiempo, llevar corsés y escayolas que le inmovilizaban todo el cuerpo, y sufrir varios abortos.

Fue precisamente su inmovilización en cama lo que le llevó a hacer de la pintura el centro de su vida. Un espejo al lado de la cama y un caballete adaptado le permitieron realizar sus primeras obras de arte y, al mismo tiempo, explica que el autorretrato fuera uno de los géneros que más cultivó. Aunque tuvo un estilo artístico muy personal, difícilmente encajonable, suele ser considerada una artista surrealista, por incorporar a su obra imágenes oníricas y elementos simbólicos relacionados con sus vivencias personales. De hecho, conoció a André Betron, artífice del movimiento Surrealista, y a otros grandes artistas del Surrealismo cuando viajó a París.

“Diego y yo”, Frida Kahlo (1949) (imagen: Cultura Colectiva)

También tuvo relación con otros muchos personajes políticos y culturales de su momento, desde León Trotsky, la fotógrafa Tina Modotti, Pablo Picasso y, por encima de todos ellos, el fantástico pintor mexicano Diego Rivera (1886-1957), en cuya obra destaca su faceta como muralista y con el que se casó dos veces.

Frida expuso en numerosas ocasiones y obtuvo fama y reconocimiento, sobre todo en Estados Unidos, donde participó en importantes exposiciones colectivas en Museo de Arte Moderno de Nueva York, en el Instituto de Arte Contemporáneo de Boston y en el Museo de Arte de Filadelfia. Hoy en día es una pintora consagrada y reconocida en el mundo entero por sus cuadros de estética naïf y tendencia surrealista, llenos de colorido y expresividad.

Distorsión de su figura: un producto de marketing

Abro mi Instagram y cada día me encuentro con un anuncio publicitario distinto que promueve un producto con la efigie de Frida. ¿Cómo es posible que su imagen se haya transformado así hasta ser un motivo marketiniano que podemos encontrar en camisetas, tazas, tote-bags, bisutería y todo tipo de objetos relacionados con la moda? No solo aparece en productos de venta, también en composiciones y collages que distorsionan su esencia. Por otro lado, ¿cómo se aplican aquí los derechos de imagen o qué control se puede ejercer sobre los mismos? No os exagero cuando hablo de esto y, por si no me creéis os presento varios ejemplos:

 

Os invito a que me enviéis imágenes que vayáis encontrando en la red y haremos nuestro propio mosaico de despropósitos en torno a Frida Kahlo.

Es cierto que Frida definió un estilo inconfundible e irrepetible, basado en su pasión por las culturas precolombinas de su país (ella y Diego Rivera eran grandes coleccionistas de arte precolombino) y las artesanías indígenas. Se vestía con telas bordadas de vivos colores, llevaba impresionantes tocados elaborados con flores y portaba exquisitas joyas. La revista Vogue reflexiona en este artículo sobre su estética y sobre otros tópicos como sus cejas no depiladas, que presentan como un ejercicio de libertad y rebeldía, cuando dudo mucho de que fomenten esa estética entre las modelos que pueblan sus páginas. Frida construyó su propia imagen, basada en una estética, vestimenta, maquillaje y peinado característicos, pero no olvidemos que lo realmente interesante del personaje es su talento como artista, su compromiso con la pintura, la política y, en definitiva, la vida. Afortunadamente, existen otras reflexiones críticas sobre el tema como la que ofrece Mercedes Serrato en este artículo.

Y si aun así, nos parece que su estética es digna de mención, usémosla con un poco de respeto. Mis dos favoritas son éstas, Frida tomándose una cerveza bien “frida” y la otra en la que la artista mexicana aparece enseñando el ombligo, con los pezones marcados y vaqueros, prenda que no llevó en su vida. ¿En serio?

Y aquí tenéis las imágenes que he seguido viendo en Redes Sociales tras la publicación del post… Un universo sin fin: