Uno de los museos que más me gustó de mi viaje a Perú fue el Museo de Arte de Lima, con unas colecciones increíbles de arte y arqueología, y una museografía didáctica y moderna. Entre las muchas piezas fantásticas que se distribuyen por sus salas, me llamó especialmente la atención esta que quiero presentaros hoy.

Genealogía de los incas

Este espectacular biombo, conocido como “Genealogía de los incas” y elaborado por Marcos Chillitupa Chávez en Cuzco en 1837, me sedujo por su extraordinario colorido y esa tan característica estética naïf que suele reconocerse en la escuela Cusqueña.

Biombo inca

Sobre un bastidor de madera, se colocaron las pinturas al óleo sobre lienzo, para representar una secuencia de gobernantes incas que comienza con Manco Capac, legendario fundador del imperio, y cierra con una figura ecuestre identificada con José de San Martín, Libertador del Perú.

La representación de los gobernantes del antiguo imperio del Tahuantisuyo era un motivo común en el arte peruano del periodo colonial. En muchas ocasiones, se utilizaba para afirmar la idea de una continuidad legítima entre los mandatarios incas y el imperio español, ya que representaban a los monarcas hispanos como continuidad de los incas. Sin embargo, en este caso se da una ausencia de los monarcas hispanos por lo que parece responder a una clara reivindicación republicana.



 

Sin embargo, lo que más me llama la atención es el reverso de la pieza: combina elementos ornamentales con un diverso conjunto de escenas y figuras de la mitología grecorromana. De esta manera, se equipara el pasado precolombino con la antigüedad clásica mediterránea.

Bajo dos hileras de motivos florales, se dispone la serie de seis escenas mitológicas. Comenzando de izquierda a derecha, podríamos reconocer la figura del Marte (por su casco, que lo identifica como dios de la guerra). Es la interpretación que defiende Natalia Majluf, mientras que Teresa Gisbert defiende que se trata de un retrato del dios Jano, que a su vez había sido interpretado como Alejandro por Teófilo Benavente, descubridor del biombo.

Es realmente extraño el segundo personaje, en quien podríamos ver un retrato del dios Jano, por aquello de la duplicidad de su rostro, que en este caso aparece recogido en su cabellera. Majluf también defiende que se trata de la figura del dios bifronte, mientras que Gisbert cree ver a Aníbal, aludiendo al paso de los Andes basado en un paralelismo con el paso de los Alpes. Teniendo en cuenta que Gisbert había asignado Jano a la primera representación, pero que es la segunda la que aporta ese aspecto dual, dudamos de que no se trate de una confusión en relación con la colocación de las figuras y que Gisbert vea a Aníbal en el primer personaje (Marte) y a Jano en el segundo. En cualquier caso, no es propia la relación de Jano con el sol que figura en su capa, característico del dios Apolo, elemento que podría quedar reforzado por la corona de hojas, tal vez, de laurel. Así que yo me decanto por el dios de la belleza y de las artes, asociado en ocasiones también a la lucha, aunque es más propio que sea a través del carcaj y las flechas y no de un escudo.

En el centro, vemos la disputa de dos amorcillos que Majluf reconoce como Eros y Anteros. El personaje femenino, originalmente interpretada como Minerva, es más probablemente la musa Urania, protectora de la astronomía, a la que habitualmente se identificaba con la esfera del planeta tierra que aquí también aparece y se confirma con el dibujo de estrellas sobre su diadema.

Menos dudas despiertan las dos siguientes imágenes. El joven alimentando a un águila no puede ser otro que Ganímedes del que se enamoró Zeus (o Júpiter) que se transformó en águila para seducirle. Forma parte de las famosas metamorfosis del padre de los dioses que no escatimaba recursos para obtener los favores de quien se cruzara en su camino.

 

 

Lo mismo podemos decir del último motivo donde claramente vemos al Minotauro -que prescinde aquí de su cuerpo humano-, encerrado en el famoso Laberinto de Creta.

Ahora bien, la pregunta realmente interesante es: ¿qué mensaje programático se esconde en la elección de estos temas y personajes, y no otros? Más allá de un interés en los valores clásicos dentro de la nobleza cuzqueña, ¿cuáles eran sus fuentes iconográficas? ¿En qué modelos se inspiraron, teniendo en cuenta que las obras originales antiguas no estaban a su alcance, a no ser que viajaran a Europa, cosa que no parece ser el caso de Chillitupa?

En el análisis que de la obra ofrece el museo nos cuenta que es probable que la obra fuera creada para el uso del propio pintor, que pertenecía a una larga línea de artífices andinos y a una importante familia noble del Cuzco, que se reclamaba descendiente de los incas. Añaden también: “Mientras muchas obras de este tipo fueron producidas para satisfacer un emergente mercado anticuario y turístico, esta pieza debió haber tenido una función más personal, al evocar el antiguo linaje del pintor en un momento en que la nobleza andina iba perdiendo la mayor parte de sus privilegios sociales y económicos.” ¿Formaba parte de esta reivindicación la inserción en la obra de estas referencias al legendario -y tal vez idealizado- mundo clásico mediterráneo?