El título del post no hace referencia, por lo menos directamente, a la diosa de la caza de la mitología romana, sino que es el título de una novela de Carlos Fuentes. Es nuestra recomendación de hoy.

Diana o la cazadora solitaria

Portada de la edición de Alfaguara

Carlos Fuentes (1928-2012) publicó la novela “Diana o la cazadora solitaria” en 1994. Es la primera entrega de “Crónicas de nuestro tiempo“, que constituye a su vez el capítulo número 13 de “La edad del tiempo“, título con el que el escritor mexicano agrupó toda su obra narrativa. Empecé leyendo el libro sin saber absolutamente nada de su trama, algo poco habitual, ya que casi siempre conocemos algo sobre el libro que vamos a acometer, pero que es una maravillosa forma de aproximarse a una obra y dejar que esta nos sorprenda.

El tono autobiográfico era evidente y rápidamente nos situaba en la Nochevieja de 1969 como punto de arranque. En ese primer episodio, el autor-narrador conoce a Diana Soren, cuyo nombre aparece referenciado en el título, una bella actriz estadounidense con la que tendrá un corto e intenso romance que narrará a lo largo de la novela. Hasta este momento, yo seguía dudando de si la historia era ficción o realidad, y el nombre de la actriz me hacía inclinarme por un relato inventado.

Pero cuando el protagonista indica que la actriz es conocida por su versión de Juana de Arco, contrapuesta a su imagen bella y desenfadada, repartiendo el Herald Tribune por las calles de París, se me saltaron todas las alarmas. No estaba hablando de un personaje de ficción, esos dos datos me conducían irremediablemente hasta -¡atención, spoilers!- la figura de Jean Seberg. Para aquellos que hayáis leído alguna de las ediciones que tienen una foto de Seberg en la portada, conocierais la trama de la novela o tuvierais noticia del romance entre el escritor y la actriz, nada de esto os sorprenderá. Para mí, supuso una auténtica revolución emocional, a la altura de cualquier cotilleo de la prensa rosa. ¡El famoso escritor, galardonado con el premio Cervantes entre otros muchos reconocimientos, y la musa de la Nouvelle Vague, habían tenido un romance! ¡Qué historia más fascinante!

Jean Seberg y Clint Eastwood, 1968
(Foto: Fotos International/Getty Images)

Por la obra van desfilando los personajes que formaron parte del relato, muchos de ellos con seudónimo, como la propia Diana, su marido, el escritor Romain Gary o Rita Maceo, la esposa de Carlos Fuentes. No comparto la opinión de alguna crítica de la novela que defiende que Fuentes cambió el nombre de Seberg para proteger su figura. Es tan fácil identificar el personaje que no tiene ningún sentido.

Sí lo tiene en cambio por la identificación con la diosa de la caza, salvaje, ajena al mundo de los humanos, voluble como la luna. Otros personajes, sin embargo, mantienen su nombre real, como Clint Eastwood, con el que Jean Seberg tuvo otra aventura o el mismísimo Luis Buñuel. La visita de Fuentes al director de cine español es uno de mis pasajes favoritos del libro y dice mucho de la compleja personalidad de este genio.

 

Vigilando a Seberg

Póster de la película "Vigilando a Seberg"

Póster de la película “Vigilando a Seberg” (imagen: Film Affinity)

El libro llegó en un buen momento a mis manos, porque recientemente había visto un biopic de la actriz, “Vigilando a Seberg” (2019), en el que Kristen Stewart da vida a la artista. La película no es ni mucho menos una biografía de Seberg, sino que se ciñe a un momento concreto de su vida, en el que tuvo una estrecha relación con el grupo de las Panteras Negras, y a la persecución que el FBI hizo de ella.

Doble carambola porque es otro de los episodios que aparece en la novela de Fuentes, cuando Diana habla por teléfono con nocturnidad y alevosía con un amante que resulta ser el líder de este movimiento.