Manifiesto del Surrealismo

Portada del primer manifiesto surrealista con diseño de Robert Delaunay (foto: Wikipedia)

El Surrealismo

En 1924, André Breton publicó el primer Manifiesto Surrealista. En él sentaba las bases de este movimiento artístico, muy influenciado por el precedente Dadaísmo, que resultó ser una de las vanguardias más prolíficas de la primera mitad del siglo XX. Desde que en 1905 se expusieron las primeras obras que definieron el Fauvismo, en Europa se fueron sucediendo, sin solución de continuidad, distintos movimientos artísticos, las vanguardias o ismos, que tenían en común la búsqueda de nuevos lenguajes artísticos y la ruptura con todo lo anterior.

El Surrealismo fue un movimiento pictórico, literario y cinematográfico que englobó en sus filas a artistas de muy distintos estilos como André Masson, Salvador Dalí, Yves Tanguy, Max Ernst, Leonora Carrington, Man Ray, René Magritte o Luis Buñuel. Todos ellos tenían en común un proceso de creación artística en el que primaban los impulsos del subconsciente que se plasmaban en un lienzo, en un texto o en una película, sin pasar por el filtro de la razón. Muy influenciados por las teorías de Freud, defendían un arte de raigambre onírica en el que asomaban los más profundos fantasmas.

Cadáver exquisito

Cadáver exquisito realizado por Man Ray, Max Morise, André Breton e Yves Tanguy, 1928 (foto: Pinterest)

El cadáver exquisito

Como parte de estos procesos automáticos, inventaron un pequeño juego artístico, que podía aplicarse tanto a la escritura como al dibujo: el cadáver exquisito. Consistía en la creación de una obra a varias manos en las que los participantes escribían sus frases o dibujaban un fragmento de la figura sin saber qué habían realizado los demás.

De esta manera, se generaban unas obras complejas y tremendamente creativas que, en el caso de los dibujos, ofrecían extraños personajes, mágicas criaturas de aspecto inquietante, diseñadas por tres y hasta cuatro artistas a la vez. Para que el ejercicio automático e imaginativo fuera más productivo, doblaban la hoja de papel de tal manera que cada participante dibujaba sin ver lo que había hecho su predecesor.

Aunque lo habitual es que emplearan el dibujo, también realizaban cadáveres exquisitos con collage, una de las técnicas favoritas de los dadaístas que los surrealistas también usaron en ocasiones.

Cadáver exquisitio

Cadáver exquisito realizado por Yves Tanguy, Joan Miró, Man Morise y Man Ray, 1926-27, MoMA (foto: MoMA).

Más allá de las implicaciones que pueda tener este juego creativo y estético, tiene una ventaja indiscutible: todos y todas lo podemos practicar en nuestras casas. Es tan sencillo como buscar una hoja de papel, doblarla en tantas partes como personas implicadas en el juego, y comenzar a dibujar una figura (humana, animal, geométrica, lo que queramos) con cierta estructura corporal que permita darle una continuidad.

Solo hay que prolongar un poco las líneas del dibujo en la siguiente franja de papel para que el próximo participante sepa por dónde ha de continuar, pero, eso sí, sin ver lo que ha realizado el anterior. ¿Os animáis? Si me enviáis el resultado, no dudéis de que lo publicaré en este mismo post…