127. Piel de Asno
«Era una vez un rey, el más notable que hubo sobre la tierra, amable en paz como terrible en guerra». Así arranca el cuento de Charles Perrault, «Piel de Asno«, escrito por el célebre cuentista francés en el año 1695. A Perrault le debemos algunos de nuestros cuentos tradicionales más famosos como «La Cenicienta», «La Bella Durmiente» o «Caperucita Roja». Estas narraciones, además de un entretenimiento para niños y adultos, respondían la mayoría de las veces a una tradición oral que escondía mensajes moralizantes.
«Piel de Asno» de Charles Perrault

Grabado de Gustavo Doré para ilustral «Piel de Asno» (fuente: Wikipedia)
Es el caso de «Piel de Asno»: el rey con el que arranca la historia, desposado con la más bella de las mujeres, enviuda tras la prematura muerte de su mujer. Esta le hace jurar en su lecho de muerte que no se casará con otra mujer a menos que sea más bella que ella misma. Sabedora de su propia belleza, creía haber encontrado una manera de garantizar que su esposo no volviera a casarse jamás. Pero no cayó en la cuenta de este pequeño detalle: la hija de ambos era incluso más hermosa que ella.
El hecho de tratarse de su propia hija, no es un impedimento para que el rey intente casarse con ella. La joven, horrorizada, acude en busca de ayuda a su hada madrina que intenta protegerla del terrible crimen que pretende realizar el rey. Finalmente, no le quedará más remedio que huir y esconderse en el bosque bajo la piel de un asno que oculta su belleza y su noble cuna. Una forma de advertir de los peligros del incesto en un cuento que, como no podía ser de otra manera, acabará con un príncipe azul enamorado que rescatará a la princesa.
«Piel de Asno» de Jacques Demy


La historia del rodaje de «Piel de Asno» no termina aquí. ¡Os espero la semana que viene para contaros el final del cuento!









