240. Lengua, escritura y alfabeto
Lengua, escritura y alfabeto: tres conceptos resbaladizos

Foto de Hannah Wright en Unsplash
Hoy quiero hablaros de las diferencias entre lengua (o idioma), escritura y alfabeto. Podría parecer que no hay necesidad de explicar algo que resulta bastante obvio. Pero en mi experiencia como profesora de cursos de Arte y Arqueología, he llegado a la conclusión de que no está de más repasar estos conceptos que, en ocasiones, resultan confusos. ¡Vamos a por ello!
Lengua y escritura
La lengua es el idioma que hablamos. Ahora mismo, yo estoy redactando este texto en castellano, que es la lengua en la que me expreso habitualmente, pero también podría hablar, mejor o peor, en euskera, francés o inglés. Solemos comunicarnos en nuestra lengua materna, en aquella en la que nos educaron, aunque podemos hacerlo en los otros idiomas que hayamos ido aprendiendo a lo largo de nuestra vida. Además, como sabéis, hay gente que se ha criado con dos idiomas a la vez y acceden a la vida adulta siendo ya bilingües.

Tablilla con escritura cuneiforme. Foto: Wikimedia Commons
La lengua es, por tanto, una herramienta de comunicación oral que se registra mediante otro concepto distinto: la escritura. Hasta tal punto la aparición del primer sistema de escritura fue fundamental que es el hecho que tradicionalmente se usa para marcar el paso de la Prehistoria a la Historia. El proceso de aparición de la escritura fue lento y laborioso, y respondió a la necesidad de las sociedades complejas que, ya instaladas en ciudades, necesitaban un sistema para registrar cuestiones administrativas y económicas. Pronto se reveló también como una forma para registrar textos religiosos, literarios o épicos, pero tuvo una primera función totalmente utilitaria.
La primera escritura
La primera escritura de la humanidad fue la cuneiforme. Fue una innovación de los sumerios y apareció, en torno al 3500 a. C., en el sur de Mesopotamia, en las inmediaciones del Golfo Pérsico, donde se situaban ciudades sumerias como Ur, Uruk o Lagash. Su nombre deriva de que utilizaban una caña de sección triangular que, presionada sobre arcilla blanca, dejaba unos pequeños signos, en forma de cuña. Tanto la escritura cuneiforme como la que le sucedió en el tiempo, la jeroglífica de Egipto, eran de carácter pictográfico.

Escritura jeroglífica egipcia. Foto: Egipto exclusivo
Simplificando la explicación, una escritura pictográfica o ideográfica combina distintos símbolos (las cuñas cuneiformes, los dibujos reconocibles de los jeroglíficos…) para conformar palabras, ya sean conceptos concretos o abstractos.
En origen, comenzó representando gráficamente un concepto, es decir, si querían poner por escrito la palabra cereal, dibujaban una espiga de trigo, que con el tiempo fue estilizándose hasta perder su aspecto inicial. Así iban conformando las palabras, de tal manera que cada conjunto de pequeñas cuñas yuxtapuestas, cada conjunto de dibujos jeroglíficos, apelaba a una palabra, aunque en el caso egipcio se añadían símbolos fonéticos y determinativos. ¡Para hacerlo todavía más complicado!
El alfabeto

Alfabeto fenicio y su equivalencia con el alfabeto latino
La escritura fue la primera revolución. La segunda, llegó con el alfabeto. El uso del sistema pictográfico hacía de estas primitivas escrituras algo mu
y complejo. Aprender a leer y a escribir era una tarea ardua que quedaba en manos de especialistas, como era el caso de los escribas egipcios.
El primer alfabeto fue inventado por los fenicios, con sus primeros pasos datados a finales del II milenio a. C. La innovación consistió en sustituir los elementos pictográficos por símbolos de carácter fonético. Ahora no se trataba de representar una palabra o un concepto a través de la combinación de cuñas o dibujos, sino de plasmar un símbolo que se identificara con un sonido.
Como el número de sonidos utilizados por los seres humanos es limitado, el número de caracteres también. De esta manera, en un ejercicio increíble de síntesis, consiguieron reducir el sistema de escritura a un repertorio de poco más de veinte símbolos. Combinando estos símbolos, fonemas o sonidos podían llegar a poner por escrito cualquier palabra.
¿Cuántos alfabetos conoces?
A partir del alfabeto fenicio, se crearon otros muchos como el griego, el ibérico y, en última instancia, el alfabeto latino que es el que seguimos utilizando hoy en día para muchos idiomas. Es importante recordar, por tanto, que no hay necesariamente una equivalencia entre escritura/alfabeto e idioma.
A veces se da esta equivalencia, como en el caso del griego: el alfabeto griego solo se usa para poner por escrito el idioma griego. Pero, en cambio, el alfabeto cirílico se usa en el caso del ruso o del serbio, de la misma manera que el alfabeto latino es el que usamos para lenguas como el castellano, el euskera, el francés o el swahili. En estos casos, podremos llegar a leer -con mayor o menor fortuna- todos estos idiomas porque vamos a reconocer sin problema sus grafías (sí, efectivamente, puedes leer en swahili sin ningún problema). Pero eso no quiere decir que vayamos a entender lo que estamos leyendo: para esto último necesitaremos conocer el idioma además de la escritura.

Escritura árabe de la Alhambra. Foto: Scriptorium Artis
Con las escrituras antiguas, este fenómeno también se daba. Así, por ejemplo, la escritura cuneiforme sirvió para registrar idiomas diferentes, como fue el caso del sumerio, el acadio, el persa o el hitita (que, al mismo tiempo, tenía su propio sistema de escritura). Cuando se consiguió descifrar se abrió el acceso a los textos de todas estas culturas mesopotámicas. Por otro lado, las escrituras asiáticas actuales no tienen carácter alfabético, sino que siguen perteneciendo a la familia de los sistemas pictográficos.
¿Cuántos sistemas de escritura eres capaz de leer?









