Frida Kahlo y Diego Rivera fueron grandes apasionados de las culturas indígenas y arqueológicas de su país. Por México desfilaron los olmecas, zapotecas, mayas, aztecas, toltecas y un largo etcétera de interesantísimas culturas y civilizaciones, cuyos objetos de arte coleccionaron los dos artistas mexicanos. Y ya que hablamos de México y hablamos de Arqueología, detengámonos un poco más en ciudad de México y visitemos su yacimiento arqueológico más emblemático: el Templo Mayor.
El Templo Mayor de Tenochtitlán
Cuando Hernán Cortés y el ejército español llegaron a Centroamérica, la civilización imperante en aquel momento era la de los aztecas, también conocidos como mexicas, cuya capital era Tenochtitlán. La capital azteca, que se encontraba en el exacto lugar donde hoy se ubica ciudad de México, nada tenía que envidiar a las grandes urbes europeas de aquel momento. Su prosperidad económica se reflejaba en la importancia de sus mercados, la grandiosidad de sus monumentos y la vistosidad de su arte. Fue fundada sobre el lago Texcoco, cuando, según la leyenda, los aztecas observaron un águila posada en un nopal devorando una serpiente, señal indicada por el dios Huitzilopotli para fundar la nueva ciudad. ¿Os suena esta imagen? La seguimos contemplando hoy en día en el escudo de México.
El Tenochtitlán azteca yace hoy en día bajo las calles y edificios de México y, poco a poco, algunos de sus vestigios están siendo devueltos a la luz gracias a las intervenciones arqueológicas. El Templo Mayor, el monumento religioso más importante de la capital, apareció en las inmediaciones de la Plaza del Zócalo, muy cerca de la catedral. El monumento estaba dedicado a dos de las principales divinidades del panteón azteca, Tlaloc, el dios de la lluvia, y Huitzilopotzli, deidad solar y guerrera, y dios protector de los mexicas.
El monumento ha revelado en su interior hasta seis templos anteriores que, como si de una muñeca rusa se tratara, fueron quedando encerrados uno dentro de otro tras las diversas ampliaciones del edificio. Junto al Templo, son visibles restos de otras estancias o estructuras arquitectónicas, como altares para sacrificios, una cancha para el Juego de Pelota o escuelas para los hijos de los nobles de la ciudad. Y la visita se completa con el museo de sitio que recoge las piezas más significativas que se han ido sacando en las excavaciones a lo largo de las últimas décadas, con una increíble colección que sirve para conocer de cerca el Imperio Azteca.
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