Estamos en Rusia. Lejos de Atenas, lejos de casa. Y toca volver para cerrar este viajero mes de agosto. Podemos escoger una entre las muchísimas piezas de arte griego que encierra el Museo del Hermitage, donde recalábamos en el anterior post y continuar nuestro viaje hasta Grecia.
La Acrópolis de Atenas y el Partenón
Y al igual que hicimos al comienzo de nuestra singladura, volvemos a subir a la Acrópolis de Atenas. Pero no la actual, sino la de Aspasia, la polis del s. V a. C. Estamos en el espacio más importante de la ciudad, donde se ubican sus principales templos y monumentos: la Acrópolis. Pericles, amante de Aspasia y mandatario de la ciudad, encarga la reconstrucción del lugar, totalmente arrasado por los persas. Y, por supuesto, un nuevo templo dedicado a la diosa protectora de la ciudad, Atenas, que es construido por los arquitectos Ictinos y Calícrates, entre los años 447 y 432 a. C. La maestría con la que se llevó a cabo este edificio es impresionante, llegando a incluir elementos tan sofisticados como ligeras deformaciones curvas en los trazados de la escalinata de acceso o la perpendicularidad de las columnas para compensar las deformaciones ópticas del ojo humano y contemplar un edificio de absoluta perfección.
La decoración escultórica quedó en manos de Fidias: la espectacular estatua crisoelefantina (de oro y marfil) de la Atenea Parthenos, en la cella del templo; los grupos escultóricos de los dos frontones; las metopas del friso dórico; y los relieves del friso jónico. Gran parte de estos mármoles se pueden contemplar hoy en día en el British Museum de Londres desde que Lord Elgin los llevó allí, tal y como contábamos en otra entrada del blog. En las metopas, Fidias reprsentó la Centauromaquia, es decir, la lucha entre los griegos lapitas y los centauros. Y en el friso jónico optó por un motivo estrechamente relacionado con el culto del propio templo: la procesión de las Panatenaicas. Se trataba de una festividad en la que participaban todos los ciudadanos de Atenas, llevando en procesión a la diosa del interior del Partenón un peplos o túnica, tejido durante cuatro años por unas mujeres conocidas como canéforas. Una festividad religiosa, pero que contaba también con importantes connotaciones sociales y políticas.
Procesión de las Panatenaicas (dibujo: Connelly)
Y ahora toca cerrar el viaje. Por lo menos de momento. Han sido veinte las paradas que Aspasia ha ido realizando en este periplo veraniego. Habrás muchas más en el futuro, porque viajar forma parte de nuestra identidad cotidiana. Y seguiremos dando cuenta de ellas, a través de un cuadro, una lectura, una visión, un museo, una imagen o cualquier cosa que nos vaya cautivando. Que además de escribirlo, alguien lo lea, es algo que ya queda en tus manos.
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