Aunque la familia Polo, de los que hablábamos en el anterior post, realizó toda su trayectoria vital en la ciudad de Venecia y el propio Marco nació allí, existe una tradición según la cual los Polo eran originarios de la isla de Korcula, en la actual Croacia. La supuesta casa de la familia Polo es, de hecho, uno de los atractivos turísticos del lugar, formando parte de esos emplazamientos que se visitan por el halo artificial que se ha construido en torno a ellos más que por un auténtico valor patrimonial o histórico.

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Split (foto: Earth Trekkers)

Pero dejando aparte estas cuestiones sobre la reinvención del patrimonio, aprovechemos nuestro paseo por Croacia para visitar una de sus ciudades emblemáticas: Split, conocida en al antigüedad clásica con el nombre de Spalato. Split es uno de los lugares donde mejor he percibido la integración de su pasado romano en la ciudad actual. Son abundantes las ciudades modernas que incorporan a su urbanismo restos monumentales de momentos anteriores de su historia, pero que esos elementos arquitectónicos estén perfectamente integrados en la arquitectura posterior y sean espacios incorporados a la vida de la ciudad es algo mucho menos habitual.

Split

La ciudad de Spalato fue fundada por el emperador Diocleciano (245-313 d. C.) a finales del s. III d. C. como una residencia imperial. Se trataba de un palacio-fortaleza que reproducía en su interior la característica planta de un campamento militar romano (que a su vez fue la base de las planimetrías de las ciudades): de forma cuadrangular, con dos ejes o calles principales establecidos de norte a sur, un importante espacio público central en el cruce de ambas calles y un trazado urbanístico con calles menores trazadas paralelamente a los dos ejes más importantes. El emperador era originario de la zona de Dalmacia y construyó este palacio como un lugar de retiro. Todo el conjunto estaba rodeado por una muralla con torres y cuatro puertas monumentales, estando el lado sur directamente volcado al mar, constituyendo un muelle de acceso al palacio. La puerta norte o Porta Aurea se conserva en excelentes condiciones y sigue funcionando hoy como una de las entradas principales al casco histórico de Split.

 

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El espacio central del Palacio de Diocleciano, llamado Peristilo (que literalmente no quiere decir más que «rodeado de columnas») es hoy en día la plaza más visitada de Split. Conserva el pavimento original y gran parte de los muros de los edificios circundantes, perfectamente integrados en la arquitectura de la ciudad actual, incluyendo el balcón o tribuna al que se asomaba el emperador para recibir el culto de sus súbditos. En uno de los lados, se alzaba el mausoleo de Diocleciano, hoy reconvertido en iglesia cristiana, que constituye uno de los escasísimos ejemplos de un monumento funerario en el interior de la propia ciudad. De planta octogonal, está rodeado por una columnata exterior y cuenta con dos esfinges egipcias flanqueando su entrada, lo que lo dota de un peculiar aspecto al introducir elementos tan fuera de contexto, pero que eran tan del gusto de los antiguos romanos. Frente al mausoleo, en el mismo eje, un pequeño templo perfectamente conservado, que hacen de este espacio, constituido por la propia plaza, el mausoleo y el templete, un lugar único.

 

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El Peristilo y el balcón imperial, Split

Continuando desde el peristilo hacia el flanco sur de la ciudad, se accede a una serie de estancias y pasillos, muchos de ellos subterráneos, que se corresponden con habitaciones que alojaban distintas funciones del palacio. Algunas de ellas sólo son accesibles previo pago pero constituyen un extraordinario ejemplo de la arquitectura romana bajoimperial. Otras, siguen en uso hoy en día albergando puestos y comercios de artesanía. Siempre considero un acierto seguir manteniendo con vida espacios del mundo antiguo cuando se respetan las ruinas y se hace un uso apropiado de ellas.

Diocleciano fue un emperador clave en el mundo romano y con él se sitúa el comienzo del Bajo Imperio tras la tremenda crisis del s. III d. C. Una de sus medidas más significativas para intentar reconducir la economía del Imperio fue la promulgación del llamado Edicto de Precios, a través del cual regulaba los precios de los productos que circulaban por el imperio, para evitar la inflación. La medida no tuvo éxito pero constituye un documento histórico de primer orden, promulgado por este emperador al que recordamos en nuestra entrada de hoy.