Vimos la semana pasada que, dentro de los distintos soportes para escritura utilizados en la Antigüedad, uno de los más importantes había sido el papiro. Y para conocer una auténtica biblioteca en la que se han conservado los textos en rollos de papiro, hoy viajamos hasta Campania, en el sur de Italia para visitar la Villa de los Papiros. Esta fastuosa villa privada quedó cubierta, al igual que Pompeya o Herculano, en cuyas inmediaciones se encuentra, por la terrible erupción del Vesubio en el año 79 d. C.

La Villa de los Papiros

La Villa de Los Papiros fue descubierta y excavada por el ingeniero suizo Karl Weber entre los años 1750 y 1762. El hallazgo, como en el caso de Pompeya y Herculano fue casual, cuando el propietario del terreno encontró varios restos de mármol al abrir un pozo. Los restos de época romana yacían sepultados a 30 metros de profundidad, bajo una capa de lava endurecida que realmente dificultaba las tareas de excavación. A través de una serie de túneles, Weber fue llegando a los niveles arqueológicos y mostrando una villa o residencia de lujo que incluía un gran complejo de baños, una biblioteca y varios jardines con piscina, rodeados de fuentes y estatuas. El método de excavación, a través de estos túneles artificiales, fue del todo excepcional y estuvo condicionado por las difíciles condiciones de trabajo provocadas por las coladas de lava fosilizadas.

Villa de los Papiros

Villa de los Papiros (foto: autora)

La mansión se extendía por cuatro niveles aterrazados y orientados al mar, pero la planta de la vivienda no se conoce en su totalidad, ya que el yacimiento no ha sido del todo excavado. En los años 90 los trabajos se retomaron, pero actualmente vuelven a estar detenidos. Así que habrá que esperar a intervenciones futuras para desvelar los últimos secretos de la villa.

La Biblioteca

Papiros de la Biblioteca

Papiros de la Biblioteca (foto: www.lwl.org)

La biblioteca de esta vivienda particular supuso un hallazgo extraordinario, por contar con más de 1.800 rollos de papiro carbonizados. Solo al cabo de un tiempo trabajando, se percibió que no eran meros fragmentos de carbón vegetal, sino documentos que recogían textos escritos. En 1756, el jesuita Antonio Piaggio inventó una máquina que desenrollaba lentamente los papiros y permitía su posterior lectura.

Gracias al trabajo del padre Piaggio se constató que la temática de la biblioteca era filosófica. Mayoritariamente responden a las obras de Filodemo de Gadara, un modesto filósofo del s. I a. C., apenas conocido, y perteneciente a la corriente epicúrea. A pesar de lo modesto de los textos, se trata de la única biblioteca conocida que ha sobrevivido desde la Antigüedad hasta nuestros días, así que es un hallazgo absolutamente excepcional.