La costa del País Vasco francés contiene joyas como Biarritz, pero además es punto de entrada al departamento de las Landas, una región de Francia llena de magníficos pinares y de playas interminables en las que podemos llegar a estar completamente solos disfrutando del mar y las dunas. Uno de los pueblos que podemos visitar en una incursión a las Landas es Capbreton.

Capbreton

Capbreton está formado por un pequeño núcleo urbano en el interior y la zona marítima a pie de playa. En este último punto podemos encontrar La Estacada, delimitando la entrada al puerto. Se trata de un espigón construido en madera, que se ha convertido en monumento emblemático de la villa. Su construcción formó parte de la renovación del puerto llevada a cabo por Napoleón III, el impulsor también de las plantaciones de pinos madereros que hoy en día se han convertido en señal inconfundible del paisaje landés. La Estacada, realizada en 1860 y reconstruida tras la II Guerra Mundial, añadió un pequeño faro en su extremo en el año 1948. Hay que pasear hasta su extremo, llegando hasta el faro, para contemplar la costa de Capbreton, vigilando, eso sí, las olas que saltan sobre el faro y cubren, de lado a lado, el entablamento de madera.
Estacada de Capbreton

Estacada de Capbreton (foto: autora)

Otro de los espacios absolutamente recomendables de Capbreton es la playa situada al sur del paseo marítimo. A escasa distancia de la zona urbana, pero completamente vacía de edificaciones, está poblada por unas inmesas moles de cemento, muchas de ellas caídas, que transforman el lugar en una imagen apocalíptica que, personalmente, me recuerda la escena final del Planeta de los Simios. Son una serie de búnkeres alemanes de la II Guerra Mundial que formaban parte del Muro Atlántico, construidos por los alemanes para prevenir un desembarco de las tropas aliadas, como finalmente ocurrió en Normandía.

Bunkers de Capbreton (foto: marcbourbonaerophoto.wordpress.com)