Medea es uno de los personajes más complejos de la historia de la literatura, una mujer controvertida, denostada por muchos, pero también admirada por haberse abierto paso en un mundo de hombres. Medea es sabia, fuerte, inteligente. ¿Que cómo he llegado hasta este personaje? En el post de la semana pasada, estuvimos paseando por la ciudad de Brujas. Y pensando no en Brujas, sino en las brujas, me vino a la mente la gran hechicera Medea.
La historia de Medea
Conocemos la historia de Jasón y Medea a través de distintos textos antiguos. El personaje es protagonista de dos obras de teatro, que llevan su nombre como título. Una primera versión corresponde al dramaturgo griego Eurípides, mientras que la segunda fue escrita por el autor latino Séneca. Medea era hija Eetes, rey de la Cólquida, una región que hoy situamos en las costas orientales del Mar Negro. Hasta allí llegó el héroe Jasón con la expedición de los Argonautas, de la que hablaremos con más detalle en alguna otra ocasión. Jasón quería conseguir el famoso vellocino de oro, una piel de carnero de oro de gran prestigio en la antigüedad.
Medea quedó perdidamente enamorada de Jasón nada más verlo, y decidió ayudarle en la conquista del vellocino aún a costa de traicionar a su propia familia, su tierra y su identidad. Jasón, además de un apuesto aventurero, era mucho más: un extranjero que le ofrecía una nueva vida. Jasón prometió a Medea llevarla consigo y desposarla. Y así lo hizo. Se casaron y tuvieron dos hijos.
La traición de Jasón
Pero tiempo después, Jasón decidió que Medea no era lo suficientemente buena para él y decidió repudiarla para poder casarse con Glauca, hija del rey de Corinto. Medea, traicionada, decidió infligirle a su esposo el mayor de los dolores: matar a sus propios hijos. Y así lo hizo. De esta forma estaba privando a su esposo de lo más sagrado: su linaje, su descendencia. Jasón no es un padre entregado a sus hijos. La pena capital que le inflige Medea tiene que ver con la idea de privarle de descendencia, algo terrible en la Antigüedad.
Medea se siente traicionada. No es, por tanto, una cuestión exclusiva de un desengaño amoroso, es sentir defraudada su lealtad. El libro no habla de amor: habla de poder. ¿Qué busca Medea? Medea quiere fama, civilización, poder. Por un lado, le mueve la pasión enajenada; por otro, la búsqueda de ese poder.
Medea es un monstruo a los ojos occidentales de hoy en día. Pero hay que entender a su personaje en su contexto histórico. La joven renunció a todo lo que era y lo que más quería por entregarse a Jasón y éste la traicionó, anulando además el valor del juramento, algo sagrado en aquella época.
Medea como mujer: el personaje desde una perspectiva de género
Es importante el concepto de femineidad en nuestro personaje de hoy. Desde la mirada actual podemos decirnos: “asesinar a sus propios hijos es lo último que una mujer haría”. Tal vez Medea lo hace precisamente por eso, para desprenderse de su femineidad, para convertirse en héroe. Medea desempeña un rol masculino trasladado a un personaje femenino. ¿Podríamos aplicar a la obra una visión antropológica de género? ¿Es la mujer a la naturaleza lo que el hombre a la cultura, como diría Sherry Ortner? ¿Reivindica Medea un papel en la esfera social y cultural de la Grecia antigua que le había sido arrebatado por el simple hecho de ser mujer? ¿Atacando y acabando con sus hijos, máximo exponente de la función reproductora de la mujer, no solo se venga de Jasón, sino que también renuncia a su exclusiva función como mujer procreadora? Estas dos visiones contrapuestas del principio femenino y masculino podrían además identificarse con los dos mundos a los que pertenecen ambos protagonistas: Jasón proviene de Grecia, el mundo culto, civilizado, urbano, ordenado; Medea es una extranjera, proviene de un mundo lejano, exótico, peligroso, desurbanizado y fuera del orden. Jasón es la racionalidad -la cultura-; Medea la naturaleza -hechicera, extranjera, emocional y pasional-. Medea, al hacer lo más antinatural (matar a sus hijos) se desliga de su parte natural, entra en la esfera masculina, entra en la cultura.
[…] de los personajes literarios más denostados de la Antigüedad es el de Medea, protagonista de una tragedia de Eurípides que tuvo versión latina de la mano de Séneca. Medea […]