Continuando el post de la semana pasada, seguimos con el artista checo Alfons Mucha.
La Epica Eslava
Además de en París, Mucha trabajó en Viena, Munich y Estados Unidos. Allí conoció a Charles R. Carne que financió la que podríamos considerar su obra más espectacular: la Épica Eslava, también conocida como La Epopeya Eslava. Alejándose de los diseños de póster y carteles, Mucha ejecutó un conjunto de veinte gigantescos cuadros que recogían los principales hechos históricos de la cultura eslava. Esta inmensa obra puede visitarse hoy en día en La Galería Nacional de Praga, ya que Mucha la donó a la ciudad, con la única condición de que la serie fuera exhibida en una sala especial para ello, condición que el ayuntamiento aceptó de forma unánime. No fue su única colaboración con la ciudad de Praga, ya que con anterioridad le habían encargado varios frescos como decoración para el interior del Ayuntamiento.
Para la realización de la saga Eslava, Mucha consultó a expertos y se documentó en historia, literatura y folklore. No obstante antepuso su visión artística a la historia, adaptando, en caso de ser necesario, las características de la obra a sus objetivos creativos. Fue la auténtica consolidación de Mucha como artista: de sus coloristas y sensuales pósters y carteles publicitarios pasó a una saga de gran envergadura, de profundo contenido histórico e identitario, colores más sobrios y grandilocuentes paisajes. En 1936, tres años antes de su muerte, se le dedicó una exposición retrospectiva en el Jeu de Paume de París. La muestra incluía tres pinturas de la Épica Eslava que fueron trasladadas desde Praga hasta la capital francesa.
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