Las mismas sirenas que nos acompañaron hasta Hondarribia y la pintura de Carmen Maura y José Luis Noain, nos llevan de viaje hasta Copenhague. Y es que allí está la más célebre de las sirenas: la Sirenita.

La Sirenita de Copenhague

La mayor parte de las ciudades del mundo tienen un «must see«, un lugar de visita obligada en torno al cual los turistas peregrinan para poder sacarse la foto de turno. Muchos viajeros intentamos huir de los tópicos y evitamos estos lugares abarrotados cuya belleza muchas veces no está a la altura de su fama. Pero, ¿seriáis capaces de visitar Copenhague sin acercaros a ver su «must see», la famosa Sirenita de Andersen? ¡Claro que no! Así que posemos con la mejor de nuestras sonrisas ante el mayor símbolo de la capital de Dinamarca.

Hans Christian Andersen (1802-1875), una de las grandes figuras de la literatura infantil, publicó en 1837 el cuento de «La Sirenita». Entre sus cuentos más reputados también se encuentran «El patito feo» o «La Reina de las Nieves», aunque probablemente es «La Sirenita» la más popular de las obras del escritor danés, entre otras cuestiones por la edulcorada versión que Disney le dedicó.

La ciudad de Copenhague rindió tributo al personaje de Andersen colocando en el año 1913 una bella escultura de «La Sirenita» en Langelinje Pier, a orillas del mar, como no podía ser de otra manera. La obra fue un regalo de Carl Jacobsen a la ciudad. Este cerveceero se enamoró del personaje del cuento tras ver una actuación de ballet inspirada en la trágica y romántica historia, y encargó la obra al escultor Edvard Eriksen. El autor se inspiró en la bailarina Ellen Price que había interpretado a la sirena en dicho ballet, aunque fue Eline Eriksen, mujer del artista, la que posó para él desnuda.