¿Cómo era el sexo en la Antigua Roma?
El cine, el arte, la literatura y el imaginario occidental han contribuido a crear la imagen de una Roma disoluta, promiscua, de relajadas costumbres sexuales, repleta de orgías y bacanales. La fascinación en nuestra sociedad con todo lo que tenga que ver con el sexo contribuye a mirar con cierta admiración y curiosidad morbosa a la vida sexual de la Antigua Roma. No es casualidad que uno de los espacios más visitados de la antigua Pompeya sea el prostíbulo o lupanar. Palabra que, por cierto, deriva de “lupa” o loba, denominación popular de las prostitutas de aquella época.
Por otro lado, también hay que tener en cuenta que muchas de las representaciones sexuales que podemos encontrar en el arte y en la arqueología romana no tienen carácter erótico. Era muy habitual el uso de falos, como elementos de adorno personal, o como elemento decorativo incluso en las calles. Pompeya vuelve a ser de nuevo un lugar referencial, ya que hay unos cuantos en sus calles, tallados en el pavimento o decorando muros. No tienen una función o valor sexual.
Tampoco son, ni mucho menos, la señal que marca la dirección al lupanar como ciertos guías del lugar cuentan. Son, simplemente, elementos apotropaicos, es decir, protectores, cuya función era dar buena suerte y alejar a los malos espíritus, en aquellos lugares en los que se colocaban, o a aquellas personas que los portaban.
¿Os imagináis que hoy en día lleváramos estos peculiares colgantes?
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