Dado que el artista Miquel Navarro es natural de la provincia de Valencia, vamos a dar un paseo por esta bella ciudad. Y de paso, visitaremos una exposición temporal que en el momento de escribir este post está en activo en Museo de Prehistoria de Valencia: “El sexo en época romana“.

¿Cómo era el sexo en la Antigua Roma?

Bacanal. Tiziano

El cine, el arte, la literatura y el imaginario occidental han contribuido a crear la imagen de una Roma disoluta, promiscua, de relajadas costumbres sexuales, repleta de orgías y bacanales. La fascinación en nuestra sociedad con todo lo que tenga que ver con el sexo contribuye a mirar con cierta admiración y curiosidad morbosa a la vida sexual de la Antigua Roma. No es casualidad que uno de los espacios más visitados de la antigua Pompeya sea el prostíbulo o lupanar. Palabra que, por cierto, deriva de “lupa” o loba, denominación popular de las prostitutas de aquella época.

¿Pero es cierto que los antiguos romanos eran tan liberales en cuestiones relacionadas con el sexo? Sí y no. En muchos sentidos, eran mucho más aperturistas de lo que lo somos nosotros hoy en día. Había ciertas cuestiones, como el adulterio masculino o la homosexualidad masculina, que estaban perfectamente toleradas y asumidas. Pero eso sí, dentro de unos límites sociales y normas muy estrictas que afectaban tanto al género como a la clase social. Si os fijáis, he incidido en adulterio y homosexualidad masculina, porque en el caso de las mujeres ambas cuestiones eran impensables. Y para los hombres, estaban permitidas siempre dentro de cierta normativa social: en el caso de la homosexualidad, por ejemplo, el rol activo siempre había de recaer en el individuo de clase social más alta, mientras que el rol pasivo estaba adjudicado al esclavo o individuo de baja categoría social que se convertía en amante del personaje importante.

Falo de Pompeya (foto: Blog de Marcelo del Campo)

Por otro lado, también hay que tener en cuenta que muchas de las representaciones sexuales que podemos encontrar en el arte y en la arqueología romana no tienen carácter erótico. Era muy habitual el uso de falos, como elementos de adorno personal, o como elemento decorativo incluso en las calles. Pompeya vuelve a ser de nuevo un lugar referencial, ya que hay unos cuantos en sus calles, tallados en el pavimento o decorando muros. No tienen una función o valor sexual.

Tampoco son, ni mucho menos, la señal que marca la dirección al lupanar como ciertos guías del lugar cuentan. Son, simplemente, elementos apotropaicos, es decir, protectores, cuya función era dar buena suerte y alejar a los malos espíritus, en aquellos lugares en los que se colocaban, o a aquellas personas que los portaban.

¿Os imagináis que hoy en día lleváramos estos peculiares colgantes?