Suite Francesa de Irène Némirovsky
Irène Némirovsky (foto: Kaggsy’s Bookish Ramblings)
Tienes una vida plácida, asentada, una hermosa familia y un trabajo apasionante. Eres una escritora de renombre en Francia y tu dura juventud, huyendo de forma precaria de la Rusia bolchevique, ha quedado atrás. Y sin embargo, no estás a salvo. El mundo se ha vuelto loco bajo el influjo de un asesino bajito y con bigote. Todas las referencias de humanidad, sensatez, respeto hacia el otro han quedado totalmente demolidas. Y a pesar de que eres católica, tus hijas son francesas y eres una ciudadana ejemplar, simplemente por la sonoridad de tu apellido, por el origen de tu familia, puedes ser apresada, arrancada de aquello que amas y encerrada en un campo de concentración donde terminarás encontrando la muerte. Da igual lo mucho que tu desesperado marido te busque, lo mucho que implore a las altas instancias para tener alguna noticia de tu paradero. A él también se lo tragará la tierra o, mejor dicho, el horror nazi. Y vuestras hijas, tan solo unas niñas, quedarán desprotegidas y abandonadas en un mundo de holocausto y miseria.
Irène escribió estas páginas durante la ocupación, poco tiempo antes de que fuera hecha prisionera. Me resulta difícil saber si pudo llegar a intuir la debacle que se avecinaba o ser consciente del peligro que se cernía sobre ella y su familia. Pero es increíble ver la mirada humana y sensible que proyecta sobre la situación. En «Suite francesa» es la miseria de la condición humana la que sobrevuela toda la obra, no la demonización del enemigo alemán. Los soldados nazis pueden ser tan malvados o tan generosos como cualquier otra persona. Se reconocen como seres humanos con todo lo bueno y todo lo malo que eso conlleva. Y el libro se convierte en una obra maestra por su capacidad de retratar lo que somos, de recoger el miedo e incertidumbre de una época terrible en la historia de la humanidad. De llevarnos de la mano sobre una realidad que, a pesar de lo cercana en el tiempo, resulta increíble vista desde nuestros días.
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