Uno de los cuadros del pintor
Stephen Chambers, del que hablaba la semana pasada, hacía referencia a un proverbio flamenco, también existente en otros idiomas, «echar rosas -o margaritas- a los cerdos». Es turno de hablar un poco más sobre esta expresión.
Margaritas a los cerdos
«Echar margaritas a los cerdos» expresa la idea de ofrecer a alguien cosas excelentes que no está preparado para valorar, desde un trabajo cualificado para alguien que no tiene la preparación necesaria para desempeñarlo hasta mostrar obras de arte a quien no tiene interés o formación para apreciarlas. Es un refrán un tanto despectivo, por cierto, y que proviene de una curiosa fuente: la Biblia. En el Evangelio según San Mateo, aparece la frase original, por supuesto, en latín: «nolite dare sanctum canibus neque mittatis margaritas vestras ante porcos ne forte conculcent eas pedibus suis et conversi disrumpant vos«, que viene a traducirse como «no deis lo sagrado a los perros, ni echéis vuestras perlas a los cerdos, no sea que vayan a pisotearlas con sus patas y vueltos a vosotros os despedacen». El contexto de la frase se sitúa en la exhortación que Cristo hizo a sus discípulos tras el discurso de la montaña.

(Dibujo: Sirius Knotts)
¿Os habéis fijado que la traducción habla de perlas en vez de margaritas? ¿Y sabéis que en inglés el refrán dice «give pearls to swine (dar perlas a un cerdo)? Y es que «margarita, margaritae» en latín no quiere decir «margaritas» ni ningún tipo de flor, como las rosas de Chambers, sino que se traduce como «perlas». Así que nuestro florido refrán en castellano no responde más que a una mala traducción del latín. O por lo menos a una mala interpretación de la palabra, ya que, todavía hoy en día, podemos llamar en castellano margaritas a las perlas, aunque es una acepción culta y poco utilizada.
Aunque hoy en en Internet, infinita fuente de sabiduría, podéis encontrar la explicación del origen de este proverbio, me encantó descubrirlo por mí misma. Me extrañó conocer la versión inglesa con la palabra «perla» y entonces recordé una traducción de latín de 2º de BUP en la que todos tradujimos «margaritae» como «margaritas», por no molestarnos en acudir al diccionario, y el profesor nos corrigió. Busqué el texto original en latín y al ver que aparecía la palabra «margaritas» no me quedó ninguna duda.
¡Lo que está claro, queridos lectores, es que en este blog no echo margaritas a los cerdos!
Postdata de última hora: después de haber escrito y publicado esta entrada, me enteré de que ayer, 20 de Julio de 2017, la incorrecta traducción y el origen de este refrán ¡fueron una pregunta en el veterano programa de TVE2 «Saber y ganar«!
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