La semana pasada, siguiendo el uso del cristal de roca a través de la historia, recalamos en los Neandertales, la especie que pobló Europa durante el Paleolítico Medio. Vamos a hablar un poco de ellos y de su posible convivencia con los Sapiens.
Los Neandertales
Durante bastante tiempo, la investigación sobre evolución humana consideró que la especie Neandertal era antecesora de la nuestra, es decir, el Homo Sapiens. De hecho, a los Neandertales se les conocía como Homo Sapiens Neandertalensis, mientras que los cromagnones, es decir, nosotros mismos, éramos el Homo Sapiens Sapiens. Con el avanzar de los estudios, se llegó a la conclusión de que Neandertales y Sapiens pertenecían a dos líneas evolutivas diferentes, los primeros surgidos en Europa, los segundos en Africa. Ya no hacía falta diferenciar su grado de “sapiensería” y los pobres Neandertales les quitaron la etiqueta. Y cuando los Neandertales se extinguieron, lo hicieron sin dejar descendencia, quedando nosotros como la única especie humana de nuestro planeta.
Los Neandertales tienen una cronología de entre 230.000 y 28.000 años, aunque estas cifras varían constantemente según el avance de las investigaciones. Los Sapiens también cuentan con una antigüedad controvertida: recientes estudios sitúan su origen africano hace unos 350.000 años, cifra que ha retrasado considerablemente su origen. Su llegada a Europa se sitúa en torno a los 40.000 años. Y aquí surge una cuestión realmente interesante: si os fijáis bien en las fechas, Neandertales y Sapiens convivieron en Europa durante más de 10.000 años. ¿Qué implica esto?
Las relaciones entre estas dos especies son uno de los temas candentes de la Prehistoria europea. Parece evidente que tuvieron que conocerse y repartirse los mejores lugares para vivir y cazar. Pero, ¿tuvieron una relación directa? ¿Eran enemigos o se respetaban mutuamente? ¿Podían comunicarse? ¿Llegaron incluso a convivir, tal vez a procrear?
El avance de las ciencias auxiliares de la Prehistoria está comenzando a dar ciertas respuestas a estas incógnitas. Basándonos en aspectos morfológicos, existen escasos ejemplos de restos fósiles, como los del Niño de Lapedo, procedente de la cueva portuguesa de Lagar Velho, que han sido interpretados por algunos investigadores como un híbrido de Neandertal y Sapiens. Aunque los resultados más concluyentes pueden venir del proyecto Genoma Neandertal que, como su nombre indica, ha conseguido reconstruir el genoma de estos homínidos. Los resultados parecen indicar que existe cierta mezcla de genes entre nosotros y ellos, aunque todavía queda un largo recorrido para saber en qué cantidad y, sobre todo, cómo se produjo.
Pero esta hipótesis de mezcla y convivencia Neandertal-Sapiens no es nueva y ya fue recogida por la literatura hace tiempo. ¿Quieres saber quién lo hizo? Seguiremos la próxima semana.
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