Una película: «Piel de Asno» de Jacques Demy. Unos escenarios fantásticos. Dos arqueólogos impactados por un recuerdo infantil. Y una búsqueda arqueológica: la del set de rodaje de la película. De esto trata el documental «Piel de Alma«.

Piel de Alma

Imágenes de la película original y de la excavación (Foto: Pariscience)

Producida por Look at Sciences, dirigida por Pierre-Oscar Lévy, y con importantes compañeros de viaje como Cine-Tamaris o el CNRS francés, el documental «Piel de Alma» nos narra una auténtica aventura arqueológica que permite contemplar el cine y la realización cinematográfica desde un punto de vista absolutamente original.

El título responde a un intraducible juego de palabras entre «Peau d’Ane» y «Peau d’Ame» («piel de asno» y «piel de alma» en su traducción literal). Y le va que ni pintado. Porque lo que realmente hacen los protagonistas de la cinta, los arqueólogos Oliver Weller y Patrice Latron, es desentrañar el alma de este musical basado en un cuento de Perrault, que es todo un clásico del cine francés. Fascinados por esta película, que les conmovió de niños, inician la búsqueda de parte del set de rodaje, concretamente el de las escenas que se grabaron en las proximidades del castillo de Neuville y el bosque donde se ubicaba la cabaña en la que Catherine Denueve se refugiaba.

A menudo los arqueólogos discutimos sobre la propia significación de nuestra disciplina: ¿es una ciencia? ¿Una ciencia social? Desde mi punto de vista, la Arqueología es en realidad una metodología de trabajo, con un método científico, que puede aplicarse en distintos espacios para rescatar cualquier vestigio de cultural material, generado a partir de una acción humana. Poco importa el contexto o la cronología: puede utilizarse en un yacimiento del Paleolítico inferior o en una fábrica amortizada. Y, por qué no, para el rescate de una serie de restos materiales generados por el rodaje de una película en 1970. Es, aparentemente, lo que también opinan Weller y Latron, que comienzan una prospección para localizar las escenas de la película a la que seguirá una excavación en toda regla. Es cierto que los restos arqueológicos, hoy en día recogidos en la Cinemateca francesa, no son abrumadores, pero conforman un pequeño conjunto que permite identificar ciertos espacios y objetos relacionados con la cinta.

 

Piel de Alma

Reconstruyendo la varita mágica (Foto: Look at Sciences)

La polémica está servida: ¿es Arqueología lo que llevan a cabo Weller y Latron? Para mí la respuesta es un rotundo sí, pero sé de antemano que gran parte de la comunidad científica entendería el proyecto como una provocación y una frivolidad, y no lo consideraría un trabajo verdaderamente arqueológico. Tampoco creo que sea la intención de los investigadores protagonistas defender a capa y espada el interés científico de sus hallazgos. Sólo pretenden demostrar que el método arqueológico es susceptible de ser aplicado a cualquier lugar en el tiempo y el espacio. Y que «Piel de Asno» es un interesante punto de partida para llevar a cabo reflexiones epistemológicas sobre la propia ciencia en sí, exploraciones de carácter antropológico o incluso psicoanalítico sobre el cuento de Perrault, o presentar un homenaje al gran Jacques Demy.

Y efectivamente es así. Por la cinta desfilan distintos personajes que nos llevan en todas estas direcciones: técnicos que participaron en el rodaje, especialistas en literatura tradicional infantil, psicoanalistas que analizan la lección moralizante del cuento que advierte sobre los peligros del incesto o Rosalie Varda, la hija de Demy y de Agnes Varda, compañera sentimental y profesional de Jacques Demy, recientemente homenajeada con el premio Donosti del Festival de Cine de San Sebastián. Es Rosalie, que actuó en la película con un pequeño papel, quien presenta los recuerdos más tangibles de aquella aventura cinematográfica e, incluso, rescata de entre sus objetos personales, el anillo con el que la princesa enamora al príncipe.

Volviendo a la cuestión: el proceso de patrimonialización es un proceso cultural y, en cierto modo, artificial. Somos nosotros (o las instituciones responsables de ello) los que decidimos qué merece tener la categoría de bien cultural o patrimonial. Los propios arqueólogos discuten sobre todas estas cuestiones. En una interesante conversación entre uno de ellos y las estudiantes que participan en la excavación, comentan que el Ministerio de Cultura Francés no reconoce el trabajo de «Piel de Alma» como una investigación arqueológica. Sí reciben esta categoría las intervenciones en escenarios de la II Guerra Mundial, fechados en 1944. Así que, como ellos mismos afirman, el límite entre lo que es y lo que no es Arqueología, debe de situarse en algún momento impreciso entre 1944 y 1970.

¿Dónde situarías tú ese límite?