Aleksandr Pushkin
Retrato de Pushkin por Orest Kiprenski,
Galería Tretiakov (foto: Wikipedia)
Aleksandr Pushkin (1799-1837) fue el padre de las letras rusas. Dramaturgo y poeta principalmente, Pushkin es un auténtico héroe nacional, hasta el punto de que, aunque en occidente los grandes referentes de la literatura rusa son Tolstoi y Dostoievsky, en la Rusia actual es por él por quien se siente auténtica idolatría. Sus estatuas pueblan las plazas de Moscú y San Petersburgo, y su retrato en el Museo Tretiakov de Moscú es un icono. A sus pies, siempre hay un ramo de flores y los visitantes de la colección no dudan en sacarse una foto delante del gran escritor.
Entre sus obras más conocidas destaca el largo poema «El jinete de Bronce«, dedicado a Pedro I el Grande, zar fundador de la ciudad de San Petersburgo, o la novela en verso «Eugene Oneguin«. Su estilo narrativo, que aúna drama, romance y sátira, influyó enormemente en los grandes escritores rusos del s. XIX.
La muerte de Pushkin
Pushkin fue un escritor romántico y, como tal, tuvo una muerte romántica. Casado con Natalia Goncharova, velaba celosamente por el honor de su mujer y su familia. Un militar francés, el funesto Georges d’Anthès, tuvo una actitud provocadora hacia su esposa. Y, aunque a buen seguro sería algo absolutamente inocente a nuestra mirada del s. XXI, en aquel momento, 1837, fue causa suficiente para que el joven poeta, que todavía no había cumplido los 40, le retara a duelo. Pushkin falleció de la herida de bala provocada por su contrincante, viéndose truncada una gran carrera literaria y convirtiéndose en el héroe que es hoy en día.
Cuando llegué a Amboise, entré a visitar una pequeña colección artística que se exponía en el ayuntamiento de la ciudad. Siento decir que no era de gran interés, pero quedé absolutamente fascinada cuando me fijé en una caja con pistolas a las que jamás habría prestado la más mínima atención de no ser por la cartela que anunciaba que eran las armas originales del duelo en el que falleció Pushkin. Asombrada, pregunté a la chica que atendía la exposición si, efectivamente, eran las armas originales y me confirmó que sí. Un coleccionista de armas natural de Amboise las había adquirido en una subasta y donado al ayuntamiento, junto con el resto de su colección.
Imagino que para los rusos es una lástima que un objeto de tanto valor simbólico se halle a miles de kilómetros del lugar que le corresponde. Pero pensé que no es un mal lugar para estar, en una pequeña y encantadora población francesa, al lado de un impresionante castillo real y muy cerca del lugar donde falleció Leonardo da Vinci.
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