El famoso tesoro de Guarrazar es una de las piezas estrella que podemos visitar en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid. El conjunto incluye varias coronas votivas -es decir, que no fueron utilizadas como tales, sino entregadas como ofrendas en algún espacio religioso- pertenecientes a reyes y nobles visigodos y es por tanto una preciada muestra de orfebrería medieval. Mi sorpresa fue cuando, visitando el Museo de Cluny, supe que las piezas de Madrid no abarcan el conjunto completo, sino que parte de él está en París: se trata de una de estas paradojas arqueológicas que hacen que, por vicisitudes del hallazgo o de la adquisición de las piezas, los objetos estén separados, perdiéndose gran parte del contexto histórico de los mismos.

¿Qué interesante historia se oculta detrás de este hecho?

Tesoro de Guarrazar

El Tesoro de Guarrazar

El Tesoro de Guarrazar se encontró de forma casual a finales del s. XIX, en las afueras de Gaudamur, Toledo. Fue concretamente en el año 1858, cuando Escolástica Morales, vio un hueco entre unas piedras donde observó un objeto que brillaba. Acompañada de sus padres, los tres comenzaron a extraer las piezas de oro. Tras lavarlas en una charca cercana se las llevaron consigo, en las alforjas del burro que les acompañaba. Pero no rescataron todo el conjunto, de tal forma que, tras alejarse del lugar, un vecino de la localidad que les observaba, Domingo de la Cruz, se acercó rescatando el resto del tesoro.

¿Por qué se ocultaron en su día estas piezas tan valiosas? Sin duda para protegerlas de una amenaza externa, con la intención de recuperarlas una vez desapareciera ésta, cosa que, obviamente, nunca llegó a suceder. De hecho, éste el significado de la palabra “tesoro” en Arqueología, un escondite de piezas de valor en una época de riesgo que su propietario no tuvo oportunidad de rescatar y que quedaron ocultas hasta su descubrimiento. Durante mucho tiempo se pensó que estas ofrendas realizadas por reyes y personajes nobles se habían escondido en una huerta, sin tener clara su procedencia.  Recientes excavaciones arqueológicas han sacado a la luz un edificio de más de 30 metros de longitud, una iglesia basilical, los restos de un posible palacio y un cementerio visigodo. Parecer ser que se trataba de un complejo religioso que albergaba las ofrendas de los insignes monarcas visigodos que se escondieron en el cementerio, bajo dos lápidas.

Piezas del Museo de Cluny. Foto: Wikipedia

En el mismo año del descubrimiento, el tesoro fue vendido a varios joyeros de Toledo. Uno de ellos, José Navarro, las vendió al Museo de Cluny, donde algunas de ellas permanecen hoy en día. Durante bastante tiempo el gobierno español intentó recuperarlas sin éxito. No fue hasta la II Guerra Mundial, en el contexto de las relaciones entre el gobierno de Franco y el gobierno nazi, que Heinrich Himmler devolvió al dictador algunas piezas del hallazgo: son las que vemos hoy expuestas en el Museo Arqueológico Nacional. Entre ellas, se encuentra la pieza más espectacular de todas: la corona votiva del rey Recesvinto (649-672). Realizada en oro y piedras preciosas, lleva colgando las letras de su nombre. Pero esto no es todo: parte del tesoro recuperado en 1941 se encuentra hoy en día en el Palacio Real. Y la Corona de Suintila, que Domingo de la Cruz, el segundo responsable del hallazgo, regaló a Isabel II, fue robada de la Armería del Palacio Real en 1921, siguiendo hasta hoy en día en paradero desconocido.

¡Si los reyes visigodos levantaran la cabeza!