En el Museo de Málaga, la colección de pintura nos muestra marinas, paisajes campestres, escenas costumbristas… un fiel retrato de la historia de la ciudad y la provincia a través de los ojos de los artistas que las representaron. Y entre estas visiones que nos resultan familiares aparece un retrato femenino lleno de exotismo, que parece más propio de un palacio oriental que de un museo andaluz. ¿Quién es esta mujer ataviada con un sari y con exquisitas joyas?
Anita Delgado
Ana María Delgado Briones (1890-1962), más conocida como Anita Delgado, fue una bailarina malagueña, de origen humilde. Su familia regentaba un café en la ciudad pero, dada su precaria situación, emigraron y se instalaron en Madrid.
Allí continuó con los estudios de canto y declamación iniciados en su ciudad natal, y se estrenó cantando cuplés en el café Central Kursaal, junto a su hermana. Comenzaron a ser conocidas como Las Hermanas Camelias y admiradas por los artistas que acudían al lugar, centro de tertulias de los intelectuales de la época.
La belleza de las dos hermanas Delgado llamó la atención de pintores como Julio Romero de Torres que les pidió que posaran para él. Anita, que por aquel entonces contaba tan solo con dieciséis años, rechazó la oferta, que sí aceptó su hermana.
Una biografía de película
A partir de aquí comienza una historia digna de un cuento de hadas y princesas. Jagatjit Singh, Maharajá de Kapurthala, un principado de la India, acudió a la capital española para asistir a la boda de Alfonso XIII con Victoria Eugenia de Battengerg en 1906, como parte del séquito británico. Durante su estancia en Madrid, acudió a uno de los espectáculos del café y se quedó obnubilado con Anita.
Pero la joven artista no se dejaba seducir de buenas a primeras, ni siquiera por un maharajá. Tras el atentado que sufrieron los reyes, el príncipe indio dejó el país para instalarse en Francia, desde donde siguió cortejando a la muchacha hasta pedirle que se casara con él. Ya se trataba de una petición formal en condiciones, de tal manera que, aunque Anita todavía se hizo de rogar, acabó aceptando la propuesta. Eso sí, para caer en brazos de un príncipe azul conviene estar a la altura de las circunstancias y la carta que Anita envió a Jagatjit, comunicándole que se casaría con él, fue interceptada por Romero de Torres y Valle-Inclán que, asustados por las faltas de ortografía y lo sencillo de sus palabras, redactaron una nueva carta, mucho más poética y literaria. Valle-Inclán se convirtió en una auténtica alcahueta, reelaborando y mejorando las misivas intercambiadas entre ambos.
Finalmente, Anita viajó a París y allí se celebró la boda por lo civil, que se ratificó cuando viajaron hasta la India, con una nueva ceremonia que tuvo lugar el 28 de enero de 1908. Casarse con un maharajá no es cualquier cosa y la boda fue un auténtico derroche de lujo y boato. La novia acudió a la celebración montada a lomos de un elefante.
Pero no todas las historias de amor romántico terminan de manera idílica. Tras dieciocho años de matrimonio y una vida de película, Anita Delgado se divorció y abandonó la India para siempre, junto a su hijo Ajit. Nunca llegó a ser totalmente aceptada por la aristocracia británica y el choque cultural, que incluía no ser la única mujer del maharajá, no debió de facilitar las cosas. A partir de entonces, vivió entre París, Madrid y Málaga, falleciendo en 1962.
Los retratos
La princesa de Kapurtala (Retrato de Anita Delgado), Federico Beltrán Masses (1885-1949). (Foto: Museo de Málaga)
En el retrato del museo de Málaga, en el que la maharaní tenía 29 años, el pintor cubano de origen español, Federico Beltrán Masses (1885-1949), alumno de Sorolla, la representa ataviada según la moda india, con un sari verde y dorado, y varias joyas de esmeraldas. Lo realizó en una de las visitas que la pareja realizó a París, ya que pasaron su vida viajando continuamente entre Europa y la India.
Beltrán Masses se convirtió en un retratista de fama internacional y, durante muchos años, se dedicó a retratar a los reyes, nobles y millonarios de su época, entre los que Anita encajaba perfectamente.
Aunque este cuadro se muestra como una de las obras singulares del museo, personalmente me gusta mucho más otro retrato de nuestra protagonista que se exhibe en la misma sala. En esta ocasión, Anita aparece vestida según la moda occidental, con traje de corte, captada por la mano de Henri Gervex Peltier (1852-1929). El cuadro fue realizado también en París, en el mismo viaje que la obra anterior. ¿Qué versión os gusta más?
Fascinante en verdad la historia de la Maharaní de Kapurthala . Vi los retratos en Málaga y entonces me enteré de su vida. Aquello sí que era una aventura. Me imagino el cambio de aquella Málaga a la India. Hay vidas dignas de relatos para que todo el mundo las conozca y esta es una de ellas. Muchas gracias. Un abrazo Begoña BGM
¡Así que la descubriste como yo! ¡Un abrazo!
Muy interesante. Yo ya conocía su historia, pero no sabía nada de la intervención de Valle Inclan, lo cual la hace mucho más poética, demostrando el cariño que sin duda le tendría.