Códigos secretos

Cuando vi la película «Gorrión Rojo» («Red Sparrow», 2018) me dejó indiferente, incluso a pesar de la presencia de grandes actores como Jeremy Irons o Charlotte Rampling, aunque fuera en pequeños papeles.

Gorrión RojoLa protagonista, interpretada por Jennifer Lawrence, es una bailarina del Bolshoi que, para dar a su madre el tratamiento médico que necesita, se convierte en espía de la KGB. A partir de ahí, una película de espías como tantas otras: los dilemas morales de la joven, una tórrida historia de amor con un miembro de la CIA y mucha violencia.

Un escítalo cinematográfico

Pero, al comienzo de la película, hubo un pequeño detalle que me llamó profundamente la atención. El espía estadounidense recibe un código por teléfono. Pormenorizadamente, va apuntando la sucesión de letras que le van dictando en una tira de papel vertical. Leídas en el orden en el que las ha ido anotando, no tienen sentido alguno. Pero después de escribir todas las letras, corta la tira de papel, la enrosca en torno a un bolígrafo, y la nueva colocación de las letras se convierte en una frase perfectamente entendible que le transmite la información que está esperando. Un método sencillo a más no poder que tiene, como única condición, que el diámetro del bolígrafo (o cualquier otro objeto cilíndrico) del emisor y del receptor tengan exactamente la misma medida para que, al enrollar la tira con las letras, estas ocupen la posición correcta.

Y aquí vienes la parte interesante de lo que quiero narrar: recientemente, había leído un artículo de Daniel Samoilovich, publicado en la revista Cacumen que, bajo el título «Luz lúdica: introducción al ogham furioso» hablaba de criptología. Gracias a ello, lo que en cualquier otro momento me habría pasado totalmente desapercibido, se convirtió en un precioso hallazgo: el método de los espías de la película había sido inventado en la antigua ciudad griega de Esparta.

El escítalo espartano

Esparta fue una de las polis o ciudades griegas más importantes de la Antigüedad. Es legendaria su intervención, bajo el mando de Leónidas, en la Batalla de las Termópilas en la que se enfrentaron valerosamente al ejército del rey persa, acontecimiento histórico en el que se inspiró «300«, tanto el cómic como la película. Fue también la ciudad que se enfrentó a Atenas en la Guerra del Peloponeso. El riguroso trato que daban a los jóvenes espartanos ha derivado en la expresión «educación espartana» que hace referencia a la dureza de sus métodos.

Y entre todas estas cuestiones, nos encontramos con que allí se inventó el escítalo (o escítala), el método criptográfico que aparece en «Gorrión Rojo». Los espartanos habrían utilizado este sistema para los mensajes militares que intercambiaban entre el frente y la retaguardia en las batallas. Para usar el escítalo, hay que enrollar una tira de papel, que en aquella época sería de papiro o de cuero, en torno al objeto cilíndrico, una vara recta de madera, por ejemplo. Con la tira enroscada, se escribe el mensaje secreto, colocando cada letra en una sección del papel helicoidal y sucediendo las letras en horizontal, siguiendo el trazado de la vara. Para la siguiente frase, el palo se gira ligeramente, escribiendo debajo. Y así sucesivamente.

Escítalo

Recreación de un escítalo (foto: Wikimedia Commons)

La tira desenrollada presenta las letras de manera ininteligible. Será necesario volver a enrollar esa tira en una vara exactamente del mismo diámetro para que la frase original aparezca como por arte de magia. Ingenioso, ¿verdad?

El escítalo en la película

El método mostrado en la película se catalogaría como de «trasposición«, es decir, se cambia el orden de las letras, pero estas son las mismas del orden original. En criptografía, es uno de los sistemas habituales, junto a la de la «sustitución«, en el que las letras de origen son cambiadas por otras letras o símbolos, por ejemplo, números. Como explica Daniel en su artículo, citando a su vez a David Kahn, «en la trasposición las letras pierden su posición, pero conservan su identidad, mientras que en la sustitución conservan su posición, pero pierden su identidad».

¿Quién no ha diseñado mensajes secretos en su infancia? Podía ser aquello de escribir con zumo de limón en un papel y que las letras aparecieran misteriosamente cuando pasábamos un mechero por la superficie. O inventar un código secreto que solo nuestras amigas o amigos íntimos compartían. Es momento de contar a nuestras niñas o niños que hace 2.500 años ya se hacía y enseñarles, por qué no, el antiguo método del escítalo.