¿Recordáis la foto de Man Ray, titulada «El Violín de Ingres»? En el anterior post recordaba cómo esta foto jugaba con una de las composiciones del pintor francés Ingres, el cuerpo de la mujer y el simbolismo de un violín.
Ingres y el Neoclasicismo
Así que de los surrealistas saltamos hasta este pintor francés, aprovechando la foto de Man Ray, y viajamos a Madrid para visitar la exposición que el Museo del Prado dedica a Ingres y que podrá visitarse hasta el 27 de Marzo de 2016. Jean-Auguste-Dominique Ingres (1780-1867) fue un pintor francés que destacó como uno de los máximos representantes del neoclasicismo europeo, siguiendo la estela de su maestro Jacques-Louis David. David fue el pintor por excelencia de la Revolución Francesa y de la era napoleónica y también en esto fue seguidor Ingres, cuyo espectacular retrato de Napoléon forma parte de la exposición del Prado.
Tras los excesos del rococó, los pintores neoclasicistas recuperaron el equilibro de las composiciones, la importancia del dibujo y la mesura en sus expresiones artísticas. Ingres destacó desde su infancia y juventud por su talento artístico que, tras recibir formación académica en París y la inspiración de los pintores italianos del Renacimiento -especialmente Rafael- tras sus viajes por Italia, culminó en un dominio impresionante del dibujo y el color.
Retratos y pintura histórica
Ingres se dedicó tanto a la gran pintura histórica, su género favorito, como a retratos que, aunque para él eran un género menor, constituyen algunas de sus mejores obras. En muchos de ellos, además de la técnica realista, el dominio del dibujo y una excelente composición que en más de una ocasión juega con el uso de espejos, llama la atención su capacidad para representar texturas, especialmente en las telas. Los retratos masculinos son más sobrios e introspectivos, centrándose en la descripción psicológica del personaje, mientras que los retratos femeninos son mucho más coloridos y prestan especial atención a los detalles de la moda del momento.
Ingres y el desnudo
A Ingres también se le considera el precursor del desnudo moderno femenino, que hasta ese momento sólo se había podido representar dentro del género mitológico y que Ingres cultivó con sus odaliscas, cercanas a la pintura orientalista. Paralelamente a la pintura histórica, tan del gusto del Neoclásicismo, cultivó la temática mitológica, siendo en ambos casos el mundo clásico su inspiración.
Ingres y la mitología
El exhaustivo conocimiento sobre mitología grecorromana que tenían los artistas neoclásicos en general e Ingres en particular,
se pone de manifiesto en uno de los cuadros más espectaculares del artista: «Júpiter y Tetis«. Conocía el cuadro desde niña y siempre me habría impresionado la fiera expresión del padre de los dioses, impasible ante el tierno gesto de la mujer que yacía a sus pies, pero nunca me había preocupado por conocer la historia que se nos narraba en el óleo. Mucho tiempo después, leyendo la Iliada de Homero, me encontré con la siguiente frase: «Tetis no olvidó entonces el encargo de su hijo: saliendo de entre las olas del mar, subió muy de mañana al gran cielo y al Olimpo, y halló al longividente Cronión [es decir, Zeus o Júpiter] sentado aparte de los demás dioses en la más alta de las muchas cumbres del monte. Acomodóse junto a él, abrazó sus rodillas con la mano izquierda, tocóle la barba con la diestra y dirigió esta súplica al soberano Jove Cronión».
Nada más leer este párrafo me vino a la cabeza el cuadro de Ingres y la precisión con la que éste había retratado la escena de la epopeya homérica en la que la ninfa Tetis suplica al padre de los dioses que proteja a su hijo Aquiles, el cual según una profescía morirá en la Guerra de Troya. La admiración de Homero por parte de Ingres era manifiesta. En 1826 diseñó la «Coronación de Homero» como decoración para el techo de una de las nuevas salas del Museo del Louvre, catalogando de esta forma al poeta griego como el más excelso de los escritores ante la presencia de los grandes mitos de la cultura occidental, siguiendo la estela de lo que había hecho su admirado Rafael en el fresco «La Escuela de Atenas«. Todos los personajes de Ingres, ya sean dioses, ninfas, héroes y heroínas, burgueses, grandes personajes de la historia o hasta el mismísimo Napoleón, comparten la precisión en la línea, el gusto en el color, la composición exquisita.
Para terminar, os dejo un vídeo en el que el pintor José Luis Noain analiza la figura y obra de Ingres:
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