Hace poco menos de una semana se celebró en todo el mundo el Día del Libro. Pero este objeto tan cotidiano y que forma parte de nuestra rutina diaria no siempre ha existido. Los seres humanos desde tiempos muy remotos sintieron la necesidad de crear un sistema de escritura para recoger los distintos aspectos de su vida. ¿Pero el libro fue siempre el soporte utilizado? Hagamos un breve repaso de la historia del libro y la escritura para comprobar que no fue así.
Mesopotamia
El primer sistema de escritura, la cuneiforme, apareció en el sur de Mesopotamia hacia el año 3.000 a. C., de la mano de los sumerios. El nombre de cuneiforme proviene de los pequeños triangulitos en forma de cuña que se imprimían sobre arcilla fresca con un cáñamo. Así que los primeros soportes de escritura nada tenían que ver con nuestros libros, sino que eran tablillas de arcilla sobre las que se iban escribiendo estos primeros textos de carácter administrativo y comercial.
Egipto
El segundo sistema de escritura por orden de Antigüedad fue el jeroglífico, que apareció en Egipto en torno al 2.500 a. C. Con él nació el que se convirtió en uno de los principales soportes para textos de todo el mundo antiguo: el papiro. Esta planta cuenta con un tallo que se puede cortar el láminas que, entrecruzadas vertical y horizontalmente, generan un soporte bastante parecido al papel. Los papiros podían alcanzar una gran longitud y conservarse enrollados. Los encontramos durante todo el Egipto faraónico y momentos posteriores, pero también en Grecia y en Roma. La famosa villa romana de los Papiros, situada en Herculano (Italia) debe su nombre a una completa biblioteca con textos en papiro que se localizó en su interior. También con rollos de papiros hemos de imaginarnos la famosísima biblioteca de Alejandría.
Al uso del papiro se incorporó, a partir del s. III a. C., el pergamino, obtenido de piel curtida de animal y nombrado así por la ciudad de Pérgamo, en la actual Turquía.
Roma
En el mundo romano convivieron distintos soportes: los rollos de papiro, menos frecuentemente el pergamino o soportes duros como la piedra o el bronce para documentos que debían colocarse en espacios públicos. En el ámbito doméstico y pedagógico, se usaban las tablillas de cera, un pequeño «libro» de madera, de sólo dos caras, rehundido para aplicar en su interior una fina capa de cera. Con un estilo afilado se escribía incidiendo sobre la cera, y pudiendo borrar y volver a escribir tantas veces como se quisiera.
Edad Media
El libro tal y como lo conocemos hoy en día, con varias hojas cosidas y con tapa, no aparece hasta época medieval. Los primeros libros encuadernados se realizan en pergamino y sólo irán incorporando el uso del papel hasta que éste se vaya extendiendo a partir del s. XIII, proveniente de China.
Así que ese objeto cotidiano y tan querido, que forma parte de nuestro día a día, tiene una historia relativamente reciente. Eso sí, la inquietud del ser humano por plasmar por escrito sus vivencias, aunque naciera por una motivación práctica, tiene ya más de cinco mil años de Antigüedad.
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