La magia del cuadrado numérico de Alberto Durero me trae a la mente un lugar mágico en el sur de Italia: el antro de la Sibila, en Cuma. ¿Lo visitamos?
Cumas
En la segunda mitad del s. VIII a. C., unos navegantes de la isla griega de Eubea llegaron hasta el sur de la costa occidental de la Península Itálica. ¿Qué pasaría por sus mentes, qué miedos y qué esperanzas les acompañarían en su singladura en busca de nuevas tierras? Dieron, eso sí, con un lugar extraordinario, la bahía de Nápoles, y se aproximaron al nuevo territorio desde la isla de Ischia, en uno de sus extremos. Enfrente de Ischia, ya en el continente, fundaron su primera colonia, Cumas. En ella, Dédalo construyó el templo de Apolo en el que depositó como ofrenda las alas que le permitieron escapar tras la construcción del famoso laberinto del rey Minos, en el que éste encerró al Minotauro, fruto de los amores ilícitos de su esposa Pasífae y un toro enviado por Poseidón.
El antro de la Sibila
A Cumas llegó también Eneas, tras su escala en Cartago y el abandono de Dido, su reina. Consultó a la Sibila de Cumas para poder llevar a cabo su misión: la fundación de una nueva Troya en Italia, esto es, los orígenes de Roma.
Cuando excavaron Cumas en el s. XIX, dijeron haber encontrado el lugar del oráculo, el Antro de la Sibila. Las nuevas interpretaciones dicen que se trata de una fortificación, pero yo seguiré viendo en este mágico túnel, excavado en la roca, el hogar de la pitonisa, atravesado por haces de luz que lo dividen en franjas claroscuras que enmarcan su peculiar sección. Cumbas, asomada al Mediterráneo, hogar del oráculo de Eneas.
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