Vamos allá con otro post invitado, de la mano de José Luis Noain.

La carpintería de riberaSEO

Tal vez pueda decirse que la contemplación de la orilla del mar o de riberas fluviales con barcas varadas o flotando sea una fuente atemporal y universal de fruición estética, que desde la infancia guarda el archivo de imágenes hermosas y, generalmente, apacibles de las gentes ribereñas o del litoral. Algo ha debido de atraer a tantos artistas, pintores y fotógrafos, hombres y mujeres, para hacer de este motivo casi un género pictórico autónomo. Pueden ser el colorido, los reflejos, la peculiaridad de formas de los cascos, las velas, la brisa y, tal vez, la humedad que, retenida en el aire, suaviza los contornos, los elementos que generan imágenes tan sugestivas.

Desembocadura del Bidasoa, Martín Rico (1833-1908) (imagen: Museo del Prado)

Ejemplos como los incluidos o los de predecesores, como el neerlandés Willem van de Velde el Joven (1633-1707) o los del inglés Joseph Mallord William Turner (1775-1851), junto con ensayos artísticos juveniles, despertaron tempranamente mi interés por el proceso de construcción de pequeñas embarcaciones. Años más tarde se materializaron en un estudio con fines didácticos sobre la Carpintería de Ribera del que se reproducen algunas láminas.

Este trabajo fue resultado de la  realización de numerosos croquis, toma de medidas y anotaciones del proceso de construcción de una embarcación de madera, de 5,50 m de eslora y 1,50 m de manga,  en el astillero de los hermanos Iridoy de Hondarribia en el verano de 1982. Desplazada la madera por el poliéster, fue una de las últimas que se construyeron en la zona con la técnica y materiales tradicionales.

Casi cuarenta años después el modelo a escala que está a falta del repintado final puede completar la descripción del proceso artesanal ya desaparecido en el bajo Bidasoa.

Exterior e interior del astillero de los Hermanos Iridoy en Hondarribia. Aguafuertes:

Ribera del bajo Bidasoa (óleos):