227. La escultura
La escultura es la técnica artística que permite reproducir elementos en tres dimensiones, a diferencia del dibujo o la pintura, ambas de carácter bidimensional. Hasta ahí no hay mucho misterio, pero ¿cuáles son las tipologías escultóricas? ¿Qué términos emplea la Historia del Arte para clasificar las distintas esculturas?
La escultura: relieve y bulto redondo

David de Miguel Ángel. Foto: Wikipedia
Para empezar, tenemos que distinguir entre dos tipologías muy claras: la escultura de bulto redondo y el relieve. La primera es la forma más tradicional de escultura en la que se obtiene una forma que podemos rodear en sus 360º, es decir, podemos contemplarla desde cualquier posición de su perímetro. El relieve, en cambio, tiene un punto de vista exclusivamente frontal y el trabajo se dispone sobre una superficie vertical. De hecho, podríamos pensar que es bidimensional, pero, en el momento en el que las figuras sobresalen del fondo, ya estamos incorporando la tercera dimensión.
¿Queréis un ejemplo? Pues vamos con algunos emblemáticos. El archifamoso David de Miguel Ángel es una escultura de bulto redondo, ya que se puede rodear y contemplar desde delante, detrás o cualquier lateral. Respecto al relieve, os comparto uno de mis favoritos: el friso que decoraba el Altar de Pérgamo, originalmente en Turquía y hoy en Berlín. En esta obra del siglo II a. C., las figuras sobresalen mucho, tienen gran volumen, pero siempre permanecen «pegadas» al fondo. El friso recoge la llamada Gigantomaquia, es decir, la lucha entre los Gigantes y los Dioses, de ahí la expresión de dolor y tensión de muchos de los rostros, sumergidos en la intensidad de la batalla.

Altar de Pérgamo. Foto: Smarthistory
Tipos de esculturas de bulto redondo…
Y una vez establecida la diferencia básica, podemos entrar en otras clasificaciones. La Historia del Arte tiene su terminología específica y conocerla de cerca nos ayuda a disfrutar más de la experiencia de contemplar una obra.
Una primera clasificación es la que se aplica a la figura humana y tiene que ver con la parte mostrada del cuerpo. Cuando hablamos de «busto«, nos referimos a una escultura que incluye la cabeza y el arranque del cuerpo. Se utiliza muy frecuentemente para el retrato. Uno de los más famosos -y más bellos- es el de la reina egipcia Nefertiti, pero también tenemos múltiples ejemplos de la retratística romana.
El «torso» hace referencia a un cuerpo en el que no vemos ni la cabeza, ni los brazos ni las piernas. Una opción un poco extraña y es que no suele responder a una voluntad del escultor sino a problemas de conservación. Uno de los más conocidos es el Torso Belvedere, que se encuentra en los Museos Vaticanos.
Si incluye todo el cuerpo humano, hablamos, evidentemente, de esculturas de cuerpo completo, pero la posición o postura establece una nueva categoría. No es exclusivamente una descripción formal, porque la posición escogida tiene mucho que ver con el mensaje que se quiere transmitir. Así, tenemos estatuas sedentes (sentadas, por ejemplo, en un trono que es un símbolo de poder, como es el caso de la Livia Drusila del Museo Arqueológico Nacional).
Continuamos con las estatuas orantes (que aparecen en genuflexión, en actitud de oración, y nos hablan de la piedad del retratado o retratada), para seguir con las estatuas yacentes (o sea, tumbadas, como es habitual en ciertos sepulcros funerarios o en la representación de Cristo fallecido). Entre las orantes, una de las más bellas es la del Sepulcro de Alfonso de Castilla: tallada magistralmente en alabastro y de estilo gótico, es una de las joyas de la Cartuja de Miraflores. Entre las yacentes, Gregorio Fernández muestra el dolor de la muerte de Cristo en una estremecedora imagen barroca.
Por último, las estatuas ecuestres, como su nombre indica, muestran al personaje sobre un caballo. En este modelo fueron innovadores los romanos que las hicieron con profusión, pero después se convirtieron en una iconografía habitual en la Europa del Renacimiento y de la Edad Moderna, comúnmente vinculada al poder de reyes o victoriosos militares. De los muchos ejemplares en bronce que engalanaban la Roma antigua, solo ha sobrevivido la de Marco Aurelio, protegida hoy en día en el interior de los Museos Capitolinos. No fue refundida en momentos posteriores, porque creyeron que era un retrato de Constantino y le perdonaron la vida por haber sido el responsable de la legalización del cristianismo. ¡Gracias a la incultura tenemos intacto a Marco Aurelio!
…y tipos de relieves
La clasificación más habitual de los relieves tiene que ver con la profundidad de la talla, es decir, con el volumen que adquieren las figuras. Cuando estas sobresalen mucho del fondo y, sin llegar a desprenderse del mismo, se convierten casi en esculturas de bulto redondo, hablamos de altorelieve, como se ve en la metopa del Partenón de Atenas. Por el contrario, si las figuras apenas sobresalen se clasifican como bajorelieves, siendo un ejemplo magistral la leona herida del arte asirio. Y hay un tercer tipo en el que la figura no sobresale, sino que aparece rehundida: a esta última modalidad, bastante empleada en el Antiguo Egipto, la llamamos hueco relieve. Y si estás planteándote por qué no hablo de mediorelieve, tiene que ver con que no se usa prácticamente nunca.
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