La Arqueología suele estar dotada de un halo de misterio y aventura, muy propiciado por versiones románticas y poco realistas, como las de Indiana Jones. Suele ser, en realidad, un trabajo metódico, estructurado y regulado, muy alejado de la búsqueda de tesoros desaparecidos. Y, sin embargo, de vez en cuando, se producen auténticas aventuras como la de “Nuestra Señora de las Mercedes“.
Nuestra Señora de las Mercedes
La fragata española de Nuestra Señora de las Mercedes, perteneciente a la Armada Española, salió del puerto de Montevideo en 1804. Nada auguraba el trágico final que le esperaba, a tan solo un día de navegación del puerto de destino, la ciudad de Cádiz. La escuadra de la que formaba parte fue atacada, el 5 de octubre de ese mismo año, por la Armada Inglesa. Un cañonazo impactó en el polvorín y el barco saltó por los aires, hundiéndose irremediablemente con todo su cargamento y provocando el fallecimiento de más de doscientas personas. Las otras tres fragatas fueron capturadas.
Fue un ataque a traición: España estaba en ese momento en paz con Inglaterra y Francia, como consecuencia del Tratado de Amiens, firmado en 1802, que permitía el desarrollo del comercio con América. Se trataba de una misión encomendada por Godoy, primer ministro de Carlos IV, cuya función era llevar moneda hasta la Real Hacienda. Y no estamos hablando de cualquier cosa: a bordo del navío se transportaban 600.000 monedas.
El descubrimiento: los piratas cazatesoros de Odissey
El desastre quedó bien documentado por las crónicas de la época, por lo que se sabía el área aproximada del hundimiento. Aún así, no era tarea fácil localizar el pecio. Fue la empresa Odissey Marine Exploration quien dio con los restos del naufragio, con un único objetivo: recuperar el tesoro hundido, por su valor económico, y dejar de lado cualquier investigación arqueológica o histórica. Un auténtico expolio sin paliativos.
Afortunadamente, el gobierno español decidió intervenir y denunció a Odissey por saquear un patrimonio de propiedad española. Así se inició un complicado y largo litigio en los Tribunales de los Estados Unidos, sede de la empresa. Y, contra todo pronóstico, ¡ganó el estado español! Y así, tanto el barco como su cargamento pasaron a ser propiedad del estado y, lo que es más importante, quedaron protegidos como Patrimonio Cultural Subacuático.
El tesoro en el ARQUA
El yacimiento subacuático ha sido investigado en distintas campañas de Arqueología Subacuática por el Museo Nacional de Arqueología Subacuática de Cartagena (ARQUA), responsables también del laborioso trabajo de restauración y estabilización de las monedas. Los fondos recuperados ingresaron en el museo en el año 2012, constituyendo un hito en la formación de su colección permanente, que fue continuado por las campañas subacuáticas desarrolladas entre 2015 y 2017.
Allí podemos ver las monedas rescatadas, que se transportaban en cajas de madera. De las 600.000 piezas inventariadas, todas ellas acuñaciones de Fernando VI, Carlos III, y Carlos IV, unas 360 eran de oro. De ellas, se han salvaguardado 212. También se han rescatado variados objetos que los tripulantes de la nave llevaban consigo. Podemos contemplar tabaqueras, vajillas de plata, restos de la indumentaria de la época o instrumentos propios de las tareas de navegación. De haber ganado Odissey, estarían hoy en día en manos de coleccionistas privados que habrían pagado una fortuna a los piratas por adquirir, para su uso y disfrute, el codiciado tesoro.
La sentencia judicial no fue una victoria para el estado, fue una victoria para toda la ciudadanía. Ahora podemos conocer, de primera mano, la historia de Nuestra Señora de las Mercedes y contemplar los hallazgos arqueológicos rescatados del fondo del mar. Es un ejemplo modélico que nos recuerda que el patrimonio nos pertenece.
La versión de Amenábar
El hundimiento, el descubrimiento y el litigo son tan apasionantes que Alejandro Amenábar decidió hacer una serie televisiva para narrar esta rocambolesca historia. La Fortuna, inspirada a su vez en el cómic “El tesoro del Cisne Negro” de Paco Roca, narra pormenorizadamente el proceso judicial, alternando la historia contemporánea con escenas que recrean el acontecimiento de 1804. Un excelente Stanley Tucci protagoniza al responsable de Odissey mientras que Álvaro Mel es el joven diplomático que inicia el proceso. Él formula mi frase favorita de la serie que podría convertirse en todo un eslogan para la defensa del patrimonio: “Yo soy el que te obliga a entregar los tesoros que robas a los museos. Eso es lo que hacía Indiana Jones. Pararles los pies a piratas como tú“.
No es la única versión ficcionada: Benito Pérez Galdós recreó el hundimiento en Trafalgar, primer volumen de sus célebres Episodios Nacionales.
Siempre aprendiendo algo que ignoro. MIla esker!