Y, como es frecuente cuando nos encontramos con palabras raras, para entender qué quiere decir «glíptica» tenemos que recurrir al griego: proviene de la palabra γλυπτική, que quiere decir «grabar». Pero no sobre cualquier soporte, sino sobre piedras duras.
¿Qué es la glíptica?: entalles y camafeos
Hablamos, por tanto, del arte de tallar piedras duras, normalmente semipreciosas, para crear sellos y adornos. La glíptica, inventada en la Antigüedad, llevaba a cabo dos tipos de trabajos que, habitualmente se confunden, pero responden a dos modelos distintos: los entalles y los camafeos.
Los entalles
Los entalles, palabra que proviene del italiano «intaglio«, se producían realizando una incisión sobre una piedra, de pequeños tamaño, para crear una imagen que quedaba en hueco relieve, es decir, rehundida. Su función principal era la de sellos o marcas de propiedad, ya que, al presionar el entalle sobre arcilla, quedaba la impronta del dibujo tallado. Lo más habitual era que estos entalles fueran engarzados en anillos y presentaran un trabajo que era una auténtica miniatura.
La mitología narra cómo se originó la costumbre de llevar anillos con piedras engarzadas. Cuando el titán Prometeo robó el fuego a los dioses y lo entregó a los seres humanos, Zeus lo castigó encadenándolo a las montañas del Cáucaso. Allí, todos los días, un buitre le devoraba el hígado, que volvía a crecerle de noche para recomenzar la tortura al día siguiente, durando toda la eternidad. Prometeo fue liberado por Heracles, pero, para respetar la sentencia de Zeus, que le había condenado a estar encadenado a las rocas, se hizo un anillo con el metal de las cadenas y con un trocito de piedra del Cáucaso. Así, de manera metafórica, cumplía el mandato del dios.
Los camafeos
Por su parte, los camafeos, habitualmente de mayor tamaño que los entalles, no presentaban la escena rehundida, sino en relieve, es decir, las figuras sobresalían respecto a la superficie de la piedra. No tenían, por tanto, uso como sellos, sino que se trabajaban como piezas de joyería. Para obtener un efecto más espectacular, se utilizaban piedras con vetas de colores, como era el caso del ágata, el ónice, el sardónice o la calcedonia. Tallando las figuras con distintas profundidades asomaban las vetas generando maravillosos efectos cromáticos.
Los primeros camafeos datan de época helenística y, probablemente, se produjeron en Egipto en torno al s. II a. C. Una de las épocas de mayor apogeo de su producción fue la antigua Roma, en la que los emperadores encargaban sofisticados camafeos que servían como soporte para escenas de propaganda imperial. Conocemos, incluso, el nombre de Dioscórides, de origen griego, tallista personal del emperador Augusto. No es de extrañar que estos tallistas pudieran alcanzar gran prestigio, dada la complejidad de la técnica para la que tenían que usar herramientas metálicas y ayudarse de abrasivos para ir tallando las distintas capas de la piedra y permitir que las vetas fueran asomando. También en Roma aparecieron las primeras dactilotecas, es decir, colecciones de anillos (para los dedos).
A Dioscórides, precisamente, se le atribuye uno de los camafeos más espectaculares de la historia: la llamada Gemma Augustea. Tallado en sardónice entre el 9 y el 12 d. C., representa a Augusto, en el trono, representado como Júpiter y acompañado por la diosa Roma. Entre ambos, podemos ver el símbolo de Capricornio, que hace referencia a la fecha de coronación del emperador. El camafeo conmemora las victorias de Tiberio (hijo de Livia, adoptado después por Augusto) y Germánico (nieto de Livia, por parte de su otro hijo, Druso) sobre las tribus germánicas. Ambos personajes aparecen representados en el registro superior, mientras que en la franja inferior vemos cómo el ejército romano eleva un trofeo de guerra y somete a los bárbaros.
La finura y sutileza del relieve son asombrosos y parece mentira que, sobre un soporte de 23 cm de largo, se pueda elaborar una escena tan compleja y tan llena de matices. Y si no, basta con fijarse en la extraordinaria representación de los pliegues de los ropajes. ¡Toda una obra maestra!
Los entalles y camafeos de la Antigüedad fueron coleccionados con avidez durante la Edad Media y la Edad Moderna. La famosa cruz de Lotario, datada en torno al año 1000, recuperaba un camafeo con un retrato de Augusto, engarzado en la cruz de oro. Algunos reyes y monarcas, como fue el caso de Catalina la Grande, los atesoraron en sus colecciones privadas. Muchas veces los engarzaban sobre nuevas joyas o modificaban su aspecto, pero de esta manera preservaron su conservación.
Bibliografía
MALGOUYRES, Philippe (2022): Cameos and Intaglios. The Art of engraved gemstones. Gallimard.
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