Sigamos por un momento en Venecia, pero no para hablar de sus canales, el Puente de los Suspiros o la Piazza San Marcos, sino para pasearnos brevemente por la sede que la Fundación Guggenheim tiene en esta ciudad. Situado en un palacio al borde del Gran Canal, el Museo Guggenheim de Venecia exhibe la colección particular de Peggy Guggenheim que fue una gran coleccionista de arte de la primera mitad del s. XX.
Y que nos sirva este museo para hacer un pequeño salto y acercarnos a casa, en un viaje de ida y vuelta. Y así llegar a la sede que la fundación Guggenheim tiene en Bilbao y que este verano ofrece dos magníficas exposiciones.
Jean-Michel Basquiat
Empecemos con Jean-Michel Basquiat. Me conmueven especialmente las biografías de artistas malogrados y siempre me pregunto hasta dónde hubieran llegado en su camino artístico; e imagino una especie de limbo donde puedan vagar todas aquellas creaciones que no pudieron llegar a hacer. Es el caso de este artista neoyorquino, iniciado en el mundo del graffitti, que murió con tan solo 27 años. Protegido por Andy Warhol y gracias a su talento, se convirtió, a pesar de su juventud, en un artista de éxito. Sus obras, expresionistas, de colores ácidos, agresivas incluso, hablan de su universo compuesto por deportistas, músicos o escritores, presentan rostros descarnados o denuncian la situación de la comunidad afroamericana en Estados Unidos.
Jeff Koons
Nada que ver con la obra de Jeff Koons, protagonista de la otra exposición que se puede visitar en Bilbao. La retrospectiva pasó por el Whitney Museum de Nueva York y por el Pompidou de París donde fue la muestra más grande dedicada a un artista vivo. Koons presenta un arte pop, colorista, que homenajea a iconos contemporáneos como Popeye o artistas como Dalí, a través de su reinterpretación del teléfono-langosta, que se convierte en una escultura de acero que imita con maestría la textura de una figura hinchable. Su perro fucsia -o Balloon Dog-, que con la misma técnica consigue dar la consistencia de plástico a una escultura metálica, que imita un perrito gigante hecho con globos, es una de sus obras más emblemáticas que, en su versión naranja, alcanzó en una subasta la astronómica cifra de 53 millones de dólares.
Balloon dog, Jeff Koons (estetica-del-arte.com)
Este es para mí el aspecto más controvertido del artista: toda su estrategia de marketing que para algunos quita importancia a su talento. Cuenta en Nueva York con un taller con 160 trabajadores que han hecho de su producción artística una auténtica maquinaria industrial. Sin embargo, y a pesar de este regusto crítico, la mayor parte de las series que se pueden ver en el museo bilbaíno cuentan con un interesante trabajo conceptual previo que dotan de mensaje a su producción artística. No puedo dejar de citar su serie inspirada en grandes obras de arte de la Prehistoria y la Historia Antigua, como su Venus de Willendorf, también imitando globos, o su gran Hércules Farnesio, que forma parte de la serie Glazing Ball.
Y ahora, ¿volvemos a Venecia?
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