Venus (o Afrodita) nació de la espuma del mar, según nos narra la mitología antigua. Y la idea de mujer saliendo del mar, me lleva hasta la exposición que actualmente puede visitarse en el Museo Naval de Donostia-San Sebastián: «Las mujeres y el mar«. Por primera vez, presentan de forma monográfica la interesante -y muchas veces olvidada- relación que tuvieron las mujeres con el mar.
Las mujeres y el mar
La relación de las mujeres con el mar puede analizarse desde distintas perspectivas, que van desde el papel que se les ha atribuido desde la mitología y la religión a su implicación real desde el punto de vista histórico. Ya desde las mitologías antiguas, las mujeres podían ejercer un antagónico papel como protectoras de los navegantes y al mismo tiempo como la peor de sus amenazas. Por todos son conocidas las sirenas, esas bellas mujeres con cola de pez, seres de extraordinaria belleza y gran seducción, pero cuya misión era hacer naufragar a los barcos.
En origen, es decir, en la antigua Grecia, las sirenas eran unos pájaros terribles con cabeza femenina, y sólo a partir de la Edad Media y de la iconografía nórdica, adquirieron su aspecto de pez y fueron asociadas con conceptos como la lujuria o la presunción. Frente a las mujeres-peligro, existían también figuras femeninas protectoras. Recordemos a la diosa egipcia Isis que, una vez integrada en el panteón romano, adquirió el papel de protectora de los marineros y los viajes por mar. O a la Virgen del Carmen, que juega este mismo papel en el catolicismo.
En un plano real, las mujeres tuvieron un papel mucho más activo en la navegación del que nos han hecho creer. Hubo mujeres piratas como Mary Read o Anne Bonny, tan amenazantes como sus equivalentes masculinos. Hubo armadoras y promotoras de expediciones marítimas. Hubo, ya en nuestro siglo, bañistas, deportistas o, en un ámbito más local, trabajadoras de los puertos como las sirgueras. La contribución de la mujer a la economía marítima, bien como armadoras, bien como trabajadoras relacionadas con la pesca o la actividad portuaria (rederas, venta y subasta del pescado, conserveras) etc., ha sido mucho más significativa de lo que nos han hecho creer.
La exposición va agrupando a todas estas mujeres anónimas en distintos apartados (sirenas, vírgenes y brujas; mujeres y barcos; piratas y corsarias; bateleras, cargueras y sirgueras; pescateras; bañistas; y deportistas), e ilustrando cada uno de ellos con distintos objetos, piezas arqueológicas, indumentaria, carteles, libros, cuadros o fotografías antiguas. Los objetos proceden en su mayoría de los fondos del Museo Naval, aunque también han recibido en préstamo piezas de otras colecciones, como del vecino Museo San Telmo o del Museo Vasco de Bilbao.
La muestra puede visitarse hasta el 19 de noviembre de 2016. Un aliciente para visitarla son las preciosas ilustraciones que Elena Odriozola ha hecho ex profeso para la expo y de las que hablaremos la semana que viene. Pero si no tenéis oportunidad de verla, valga esta entrada para reivindicar la importancia de la mujer en el mar.
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