Cuando viajamos a San Petersburgo, el Museo del Hermitage es de obligada visita. Allí contemplamos las obras de arte abriéndonos paso entre los innumerables visitantes que se agolpan para contemplar las obras de Rubens o Velázquez, y extasiarse antes la arquitectura y el mobiliario del palacio. Pero en la ruta del turista, no siempre hay tiempo para ver más museos, sobre todo después del hartazgo de belleza en el Hermitage, y para muchos pasa desapercibido otro magnífico museo que ofrece la ciudad: el Museo Ruso.
El Museo Ruso y Pompeya
Como supongo que a estas alturas os estáis preguntando qué tiene que ver el título de este post con un museo petersburgués, vamos a llegar al punto que nos corresponde. Y es que, en este museo donde podemos ver una impresionante colección de pintura, escultura y etnografía rusa, nos sorprende por su tamaño y su extraordinaria presencia el lienzo titulado «El último día de Pompeya«, del artista ruso Carl Briulov (1799-1852).
El lienzo, de 6,5 m de largo por 4,5 m de alto, es sobrecogedor. Nos remite, como el título indica, a la erupción del Vesubio que tuvo lugar en el año 79 d. C. y que sepultó la ciudad romana de Pompeya y otros asentamientos de los alrededores. Es precisamente la erupción del volcán la que da al cuadro esa extraordinaria iluminación, con el cielo encendido en rojos, que casi nos hace pensar que nos hallamos ante las puertas del infierno. A la derecha, un edificio se desmorona, a punto de caer sobre los habitantes de la ciudad que huyen despavoridos, volviendo su mirada hacia la amenaza de la nube de fuego.
Algunos personajes, como la mujer que protege a sus dos hijas, abajo a la izquierda, parecen estar paralizadas por el miedo. Otros, en cambio, a pesar de lo dramático del momento, se han dedicado a recoger sus pertenencias y tesoros para no abandonar la ciudad sin ellos. Cada uno de ellos se retrata a sí mismo según su actitud, formando esa abigarrada y dramática composición tan característica de la pintura romántica del s. XIX.
El cuadro de Briulov fue expuesto en la Pinacoteca Brera de Milán, donde fue contemplado por el escritor británico Edward Bulwer Lytton, que se hallaba en Italia camino a visitar Pompeya. Se dice que fue precisamente la contemplación de esta obra la que le llevó a escribir la famosa novela «Los últimos días de Pompeya«. A Lytton le impactó especialmente el niño que, en brazos de su madre, tiende las manos hacia un pajarillo caído en el suelo, totalmente ajeno a la catástrofe que le rodea.
No fue el único escritor que quedó impactado por la obra. Juan Valera, el famoso autor de «Pepita Jiménez» también contempló el cuadro, esta vez en San Petersburgo. Tal y como recoge Ricardo Olmos en su artículo «La visión de la Arqueología en la obra de Juan Valera», el autor andaluz comentó lo siguiente: «El cuadro en verdad notable de la escuela rusa es el de Briulov, que representa el último día de Pompeya. La luz del cielo y la luz roja del volcán le iluminan por partes, produciendo efectos maravillosos y magistrales. Los edificios se desploman y allí hay movimiento, terror y ruido. Las grandes losas de que está la ciudad empedrada se levantan y entrechocan. Los ricos huyen salvando sus joyas, las mujeres sus hijos. Esclavos fieles conducen en hombros a su señor, anciano. otros van en carros y los caballos se espantan y los carros vuelcan. Plinio quiere salvar a su madre o perecer con ella y este grupo de Plinio con su madre es muy hermoso. Por aquí se ve una mujer muerta de maravillosa hermosura. su hijo, inocente y pequeñuelo, la mira tranquilo como si la creyese dormida. Todo, en fin, está bien entendido, bien dibujado y bien pintado en este cuadro».
Una extraordinaria ocasión para que pintura, literatura y arqueología confluyan.
Impresionante este cuadro.
Me ha gustado mucho tu artículo. Es posiblemente uno de los que más me ha interesado.
Muchas gracias Mariajo.
José Ramón
¡Muchas gracias a ti, José Ramón! Me alegro de que te haya gustado, es cierto que el cuadro es espectacular.
[…] Suetonio, Dión Casio y Plinio el Viejo, entre otros, la terrible erupción del Vesubio que en el año 79 d. C. cubrió con su lava y sus cenizas las ciudades situadas a su alrededor. […]