En nuestro imaginario, las bolas de cristal son un elemento asociado con la adivincación y la predicción del futuro. Un objeto prístino y perfecto en el que nuestra mirada penetra para saber que nos deparará la vida. Pero, si llevamos estos peculiares objetos al mundo real, nos encontramos con una realidad: no es nada sencillo fabricar una esfera de cristal o vidrio.

La bola de cristal Emperatriz Viuda

Por esta romántica idea de las bolas de cristal, me llamó poderosamente la atención este objeto que forma parte de las colecciones del Museo de Arqueología y Antropología de la Universidad de Pensilvania: la bola de cristal Emperatriz Viuda, Dowager Empress, en inglés. La historia de esta joya la explican perfectamente en la página del propio museo, que la considera una de sus obras maestras.

Foto Museo de Pensilvania

Su procedencia ha sido siempre incierta. Recibe este curioso nombre, a partir de su origen, como parte del tesoro del Palacio Imperial de Pekín. Desde su ubicación original, su rastro es confuso, ya que fue viajando por el país sin tener claro su paradero, hasta que en tiempos recientes apareció en Shangai donde fue comprada en 1927 por la tienda Far East Shop, parte de los famosos grandes almacenes Wanamaker de Filadelfia, que debían el nombre a su dueño John Wanamaker. La adquisición se realizó en memoria de George Byron Gordon, director del Museo de Pensilvania, que había fallecido recientemente. En el folleto con el que los grandes almacenes acompañaron la venta, se relataban los exóticos orígenes de la esfera, que identificaban como una pieza perteneciente a la Emperatriz Viuda Cixi (1836-1908 d. C.) de China. ¿Relato verídico o ficción romántica para acompañar a tan extraordinario objeto?

La Emperatriz Cixi fue regente del Imperio Chino, entre 1861 y 1908, año de su fallecimiento, como viuda del emperador Xianfeng, perteneciente a la dinastía Qing. Ocupó este cargo mientras su sobrino, el emperador Guangxu, fue menor, pero tras alcanzar su mayoría de edad en 1887, Cixi siguió controlando el gobierno de tan extenso territorio. Cuando su sobrino intentó hacerse con el control, Cixi lo encarceló. No le tocó regir un periodo fácil, ya que tuvo que gestionar las consecuencias de la Segunda Guerra del Opio y de la Rebelión Taiping. Para algunos historiadores, fue una gran reformadora, mientras que otros la perciben como una gobernante conservadora. Lo que parece evidente es que fomentó el crecimiento económico y mejoró las relaciones internacionales con Occidente.

Volviendo a la esfera de cristal, el Museo de Pensilvania la considera la tercera más grande del mundo, con un diámetro de 25 cm, por detrás de las esferas del Smithsonian y de la Crow Collection de Dallas, curiosamente las tres en Estados Unidos. La base en plata, que simula una ola, es una manufactura japonesa, pero no se sabe si es el soporte original.

 

Foto Museo de Pensilvania

Pero, ¡cuidado!, hay que introducir un matiz técnico para finalizar la historia: la esfera no está hecha ni de vidrio ni de cristal, sino de cristal de cuarzo puro (o cristal de roca). Estos materiales suelen llevar a confusión y, por ese motivo, expliqué sus diferencias en este post. El vidrio y el cristal son manufacturas artificiales, mientras que el cristal de cuarzo es un mineral puro, de color blanquecino, pero que puede adquirir también una total transparencia. En la bola de la Emperatriz, habrían obtenido la forma esférica a través del pulido de un bloque de mineral de cuarzo, con un constante giro en un recipiente semicilíndrico, ayudado por abrasivos a base de polvo, arena y agua. ¡Un trabajo exhaustivo que me recuerda a este otro ajuar de cristal de roca o a la peculiar esfera de Ablanatanalba.