La revolución de la Arquitectura Gótica

Si realizáramos un análisis historicista de la Arquitectura Gótica, siguiendo, por ejemplo, la línea de Viollet-le-Duc, del que hablaba en un post anterior, podríamos decir que los nuevos modelos de cubierta, propiciados por la aparición del arco ojival, fueron la gran revelación de los novedosos modelos arquitectónicos y la causa del desarrollo de otras cuestiones como la aparición de los grandes vitrales. Hoy en día sabemos que el nuevo lenguaje gótico fue mucho más que una sucesión de felices innovaciones arquitectónicas y que la nueva configuración del espacio de la catedral tuvo también que ver con una nueva concepción simbólica, vinculada a una visión anagógica del espacio catedralicio o el importantísimo papel simbólico de la luz, que tanto defendió el abad Suger de Saint-Denis.

Las cubiertas en el Arte Gótico: la bóveda de crucería

Bóveda de crucería

Bóveda de crucería (dibujo: Jean Claude Golvin)

Sin embargo, estas reflexiones no impiden destacar el importante desarrollo que tuvieron las cubiertas en los edificios cristianos. La gran innovación fue la bóveda de crucería, que pasó a sustituir la bóveda de arista propia del románico. Consistente en el cruce de dos bóvedas de cañón apuntado, es decir, basadas en arcos ojivales, pasó a ser la forma de cubierta propia y característica del Gótico. En los primeros ensayos de la bóveda de crucería fue común el modelo sexpartito, es decir, compuesto por seis plementos. La bóveda sexpartita la podemos encontrar, por tanto, en catedrales del Gótico Inicial, como es el caso de Laon o Notre-Dame de París.

Aunque tendamos a pensar que el camino del gótico fue haciendo cada vez más complejo el sistema de los nervios de las bóvedas -cosa que, en gran medida, es cierta-, en estos primeros tiempos de uso de la bóveda de crucería la evolución pasó por simplificar la estructura de la cubierta, de tal manera que el primer avance tecnológico consistió en pasar de la bóveda sexpartita a la bóveda cuatripartita, también conocida como bóveda simple. Esto pudo ser así gracias a la mejora constructiva y no tuvo que ver con un cambio de tipo estilístico. Por eso es común, ver el modelo cuatripartito en los ejemplos del Gótico clásico, como es el caso de Chartres, Reims o Amiens en Francia; Salisbury o Wells en Inglaterra; y León y Toledo en España (mientras que en el caso de Burgos, el más temprano del Gótico español, todavía nos encontramos con bóvedas sexpartitas). El uso de la bóveda de crucería cambió radicalmente la estructura arquitectónica de la catedral.

 

Catedral de Chartres

Bóvedas de crucería cuatripartitas de la Catedral de Chartres (foto: Wikipedia)

Los arbotantes

Arbotantes de Notre Dame

Arbotantes de Notre Dame (foto: Pixabay)

Los empujes debían ser reconducidos hacia el exterior de la iglesia, en vez de apoyar sobre los muros (como ocurría en el Románico) y para ello se introdujo otra innovación, el uso de los arbotantes, que se documenta por primera vez en Notre Dame de París en torno al año 1180. Los arbotantes, medios arcos que salen de los muros exteriores de la iglesia, derivan a su vez el peso de la construcción en los contrafuertes o botareles, que ahora se elevan de manera independiente al muro y están culminados por un pináculo, elemento decorativo y estructural al mismo tiempo.

Todo el diseño del reparto de fuerzas y peso sigue el trazado natural que seguiría el agua cayendo desde la cúspide de la iglesia hasta al suelo, algo que además de metafórico es literal, ya que muchas veces los arbotantes presentan en su extradós un canal para la evacuación del agua, que a su vez culminaba en las gárgolas, otro elemento que añade interesantísimas funciones decorativas, propias del arte Gótico.

El reparto de fuerzas, producido por esta nueva bóveda de crucería, hacia el exterior de la iglesia, con sus arbotantes, contrafuertes y pináculos, cambió totalmente la función estructural del muro, que ya no tenía que soportar las pesadas bóvedas de medio cañón del Románico. El muro se abrió a través de grande ventanales, cubiertos de vidrieras.

Así se construyó la arquitectura de la luz, las cajas de cristal definidas por Viollet-le Duc, en las que la luz coloreada se filtra por los grandes vitrales. La máxima expresión de esta arquitectura de la luz la podemos ver en la Saint-Chapelle de París, edificada por iniciativa de Luis IX de Francia, San Luis, entre 1242 y 1248, para albergar las santas reliquias traídas desde Constantinopla.

Bóveda estrellada de la Catedral de Sevilla

Bóveda estrellada de la Catedral de Sevilla (foto: Wikimedia Commons)

Nuevas y complejas bóvedas

La tribuna, todavía presente en algunas catedrales de la primera época, como en Laon, irá paulatinamente desapareciendo, para dejar un alzado estructurado en arquería, triforio y claristorio, como claramente podemos observar en los ejemplos del Gótico clásico mencionados con antelación. A partir de estos tiempos del Gótico Inicial y Clásico, las cubiertas comenzaron a añadir elementos decorativos y ofrecer formas más complejas. Es el caso de las bóvedas de terceletes que, a su vez, desembocaron en las bóvedas estrelladas.

Podemos encontrar bóvedas de terceletes en la Iglesia de la Natividad de la Virgen en Le-Mesnil Aubril y bóvedas estrelladas en la catedral de Wells o la catedral de Sevilla, todos ellos ejemplos del Gótico Tardío. Estas últimas también están presentes en el Monasterio de Belem en Lisboa, como buena muestra del llamado Gótico Manuelino.

Techo en madera de la Catedral de Ely

Techo en madera de la Catedral de Ely (foto: Woolf Interior)

En el gótico inglés este tipo de cubiertas más elaboradas son muy características y aparecen en nuevos espacios dentro de las iglesias como es el caso de las Salas Capitulares, pequeñas salas anexas a la catedral, cuyo pilar central se abre en un conjunto de nervios dispuestos de forma radial. La complejidad de estas cubiertas les llevó a tener problemas estructurales por el peso de la piedra e innovar con otros materiales. Fruto de ello es la extraordinaria cubierta de la catedral de Ely, realizada en madera.

Tras estos ejemplos del periodo conocido como «Decorated Style«, propio del s. XIV, el último periodo inglés, el llamado «Gótico Perpendicular«, llevó a una fórmula novedosa y exclusiva de tierras inglesas: la bóveda de abanico. Esta nueva cubierta, muy adecuada al decorativismo propio de las últimas etapas del gótico, se desarrolla a partir de una serie de nervios que, partiendo de un único soporte, se abren a modo de palmera. Las encontramos en la catedral de Bath, en la capilla del King College de Cambridge, en la capilla de Enrique VII en la Abadía de Westminster o en el Claustro de la Catedral de Gloucester.

Arquitectura mudéjar

Aunque las cubiertas abovedadas fueron las más representativas de la arquitectura en la edad del Gótico, hubo otros modelos, de carácter más excepcional, como la cubierta a dos aguas, que en el caso de la arquitectura mudéjar española, se tradujo en las techumbres de armadura de par y nudillo como la que encontramos en la Catedral de Teruel, datado en el s. XIII. El estilo mudéjar también se tradujo en formas estilísticamente islámicas como las que podemos ver en la Capilla de la Asunción del Monasterio de las Huelgas (Burgos, s. XII) o la Capilla Dorada del Palacio de Pedro I.

Por último, el modelo de la qubba, una estancia de planta cuadrada con cúpula de madera, propia del mundo hispanomusulmán, se trasladó a la arquitectura cristiana en capillas funerarias como la de los Fuente en Toledo.

(Este texto fue respuesta de María José Noain Maura al examen de la UNED de la asignatura «Arte Gótico»)