Hoy os presento un post invitado, de la mano de José Luis Noain, que nos va a hablar de la Columna Trajana de Roma y que generosamente nos ha ofrecido compartir su trabajo en el blog.
Un emperador hispano
“Se consideraba que Trajano había surgido como un regalo del cielo que vino a… precedida por el Senado y el ejército“. El texto del historiador Aurelio Víctor a quien cita Leon Homo en su obra “Nueva Historia de Roma” y que, en traducción de Javier Arce, abre este artículo, bien puede relacionarse con la Columna Trajana, columna conmemorativa, propagandística y funeraria que se erigió por iniciativa del Senado en honor de Trajano, emperador, junto con Nerva, Adriano, Antonino Pío, Marco Aurelio y Comodo, de la dinastía Antonina (96 d.C. – 192 d.C).
Resulta ser uno de los monumentos más característicos del genio creador de los romanos que añadieron a su gran capacidad de ingenieros constructores su labor continuadora del arte griego.
Marco Ulpio Trajano fue el emperador que, tras el muy breve mandato de Nerva, marcó el inicio de la Tercera dinastía del Imperio Romano, sucesora de la Flavia tras el asesinato de Domiciano, su último representante. Fue el primer emperador nacido en la península Ibérica, en el año 53 d.C., en Itálica, antigua ciudad romana situada en el actual término municipal de Santiponce, próximo a Sevilla. Con veinticuatro años alcanzó el mando de una legión en Siria donde su padre era gobernador. Su trayectoria como militar y responsable público le aupó hasta la magistratura de cónsul pasando antes por las funciones de cuestor, pretor y legado. Su elección como emperador en el año 96 d.C. le sorprendió en Germania desempeñando el cargo de gobernador, donde continuó dos años más hasta su traslado a Roma donde hizo su entrada triunfal.
Entre las realizaciones, las circunstancias y los hechos de su larga trayectoria como emperador, destacan sus campañas contra Dacia, la actual Rumanía. Campañas que se iniciaron en tiempo de Domiciano y culminaron en el 106 d. C. La crónica de estas contiendas sirvió como tema para plasmar los 200 metros de bajorrelieves que conforman las 155 escenas dispuestas en hélice que revisten toda la superficie del cilindro o núcleo de la columna. Fueron tallados sobre bloques de mármol de Carrara. Constituyendo una extensa y prolija crónica, los diferentes episodios relativos a las dos campañas se suceden separados en dos zonas partidas por la alegoría de la Victoria.
En ellas con profusión y realismo se repite la figura de Trajano. Policromados como en el arte clásico griego, siguen conservándose bastante bien pero sin rastro de su color original.
La columna formaba parte del complejo y extenso espacio proyectado, realizado y posteriormente conocido como Foro de Trajano, que a su vez se integraba en los Foros Imperiales. Estos foros eran cuatro en total, el de César, el de Augusto, el de Nerva y el de Trajano. Resultaron ser sucesivas ampliaciones a partir del Foro Romano, realización del tiempo de la República. En origen, el ámbito donde este último tuvo su génesis y desarrollo posterior era un terreno pantanoso limitado por las colinas Palatina y Capitolina. Fue drenado en tiempo de los reyes etruscos de Roma: Tarquino Prisco, Servio Tulio y Tarquino el Soberbio que dotaron a la primitiva Roma de una precursora y eficaz red de alcantarillado, la Cloaca Máxima.
El Foro de Trajano, el más grande de todos ellos, 300 x 185 metros, fue construido por Apolodoro de Damasco. Cerrado por uno de los lados del gran rectángulo por una fachada curva, contaba con dos exedras, un gran patio, una gran basílica y dos bibliotecas que, separadas entre sí, flanqueaban la Columna. Completaban el conjunto el templo dedicado al Emperador y junto a Foro propiamente dicho, los Mercados de Trajano. Del autor, Apolodoro de Damasco, cabe señalar la influencia del arte helenístico que aportó a la arquitectura romana, sin duda debida a su origen. Siempre al servicio del Emperador, construyó el puente sobre el Danubio y las Termas de Roma. Algunos autores le atribuyen así mismo la reforma del Panteón de Agripa y, si fuera cierta la información del historiador romano Dion Casio, habría que atribuir al Emperador Adriano la condena a muerte que acabó trágicamente con su vida.
La Columna, cuya vista entorpecían los edificios que la rodeaban, no tenía función constructiva alguna. Puede decirse que su fin primordial era propagandístico, honrar y proclamar la grandeza del emperador y a su muerte guardar sus cenizas. Del análisis de su diseño, composición, medidas y proporciones, y de la realización de sus relieves pueden señalarse entre los aspectos que la caracterizan: la monumentalidad, sin resultar pesada, una de las características de las construcciones romanas, la armonía entre el bloque que constituye su implante en el suelo, la basa laureada, el fuste y el remate superior, la observación, prolijidad de detalles y coherencia expresiva del conjunto de relieves y el uso eficaz de las escalas y perspectivas. La diferente proporción entre figuras, construcciones, embarcaciones y demás elementos facilita la inclusión de todos los componentes de cada fragmento del relato, sumándose a ello la isocefalia y yuxtaposición de los figurantes.
Del libro de Filippo Coarelli pude tomar en mi estancia en Roma del 2006 las anotaciones que describen los episodios narrados en los relieves. En él se reseñan e ilustran un total de 114 escenas o episodios. Se citan como muestra: 1 a 3 fortificaciones romanas en el Danubio. 4 y 5 El ejército pasa el río por un puente. 17 y 18 Primer combate con los Dacios. 59 Partida de las naves de Ancona. Inicio de la 2ª guerra. Primavera del 105 d.C.108 Suicidio de Decébalo. 113 y 114 Viejos, mujeres y niños son deportados. Los fragmentos se exponen en el Museo della Civiltà Romana, en el EUR de Roma, donde están expuestas las copias en yeso realizadas a partir de los moldes que se hicieron por iniciativa de Napoleón III en 1861 en el marco de su alianza con Víctor Manuel II frente a Austria.
Entre el extenso repertorio de imágenes que pudieran asociarse al tema se presentan dos: una, la propia Columna, o más exactamente, una de las fotografías tomadas de su reproducción en el Museo de la Civiltà Romana, y otra correspondiente a uno de los relieves del Ara Pacis de Augusto. Ambas obras, el Ara y la Columna, se pueden considerar entre los mejores ejemplos del Relieve Clásico Romano y tributarias de la tradición escultórica de Grecia, que tuvo en los relieves del Partenón uno de sus logros más admirables.
Hasta llegar a la realización de los relieves sobre las guerras de los dacios, la técnica escultórica recorrió un largo trayecto del que pueden elegirse diferentes y sobresalientes hitos como los de: el llamado Trono Ludovisi, transición entre los períodos arcaico y clásico, el friso del Partenón representando la procesión, Panateneas, que cada cuatro años llevaba a los atenienses a la Acrópolis para honrar a su patrona Atenea – este friso de 160 metros de largo se supone esculpido por discípulos/ayudantes de Fidias entre los años 443 y 438 a. C.-, los relieves de diversa interpretación, Gigantomaquia, Centauros, y Lapitas y los trabajos de Heracles del templo ateniense de Hefestión, dedicado a Atenea y Hefestode finales del siglo IV a.C.
En el periodo helenístico, aunque descendió el número de proyectos decorativos en los edificios públicos, se registran notables excepciones como las del Templo de Ártemis en Epidauro, la Casa de los Toros de Delos, el Santuario de los Grandes Dioses de Samotracia, el Templo de Ártemis en Magnesia y el Altar de Pérgamo dedicado a Zeus y Atenea, monumento erigido por Atalo III en el que se representan el episodio mitológico de la Gigantomaquia y la historia de Téfelo que se puede admirar actualmente en el Museo de Pérgamo de Berlín.
En la Península Itálica el Arte Etrusco y el Griego, a través de la Magna Grecia, influyen en el incipiente Arte Republicano. Alcanza éste ya en época imperial plena madurez y autonomía tanto en el retrato como en el relieve histórico. Evidencia de ello es el Ara Pacis del emperador Octavio Augusto que, felizmente conservada, pregona todavía su armoniosa composición y sus bellas tallas. Este altar fue erigido por el Senado romano para conmemorar las campañas del sucesor de César en la Galia e Hispania y celebrar a su vez la paz que logró este fundador del Imperio y de la Primera de las dinastías, la Julio Claudia. Se construyó en el Campo de Marte de Roma entre los años 13 a. C. y 9 a. C. Consiste en un ámbito rectangular, de 11,65 x 10,62 m, sin techo, limitado por muros de mármol de 4,60 m de altura, con escalera de acceso y dos huecos o puertas. Revestido de mármol, la decoración escultórica sobre los muros, tanto en el interior como en el exterior, reproduce con severo realismo diversos motivos: guirnaldas, bucráneos, roleos de acanto y grecas. Sin duda lo más sobresaliente son los relieves de las Alegorías y de las Procesiones donde el arte del retrato alcanza un sorprendente y admirable nivel.
Así como el relieve ornamental griego se centró mayoritariamente en la representación de episodios y personajes de su mitología, el relieve romano hizo protagonista de sus composiciones a la crónica de su realidad social, política y militar. Podría decirse que la escultura griega alcanzó los máximos niveles en la búsqueda de la armonía absoluta en la representanción del ser humano y que, por su parte, la escultura romana profundizó en la realidad y singularidad de cada personaje representado hasta niveles de realismo inalcanzados hasta entonces. Años más tarde, entre los años 176 y 192, Roma vio cómo se levantaba un monumento muy similar al que glorificaba a Trajano. Esta vez era Marco Aurelio el que desde lo alto de su columna recordaba a su pueblo las campañas contra los germanos y sármatas.
Aceptando ciertas similitudes podrían también asociarse a la obra que sirve de base al comentario las columnas de la iglesia de San Carlos Borromeo de Viena de Fischer Von Erlach y la Columna Vendôme, situada ésta en el centro de la plaza homónima en el distrito nº 1 de París. Plaza que en tiempo de Luis XIV diseñó el arquitecto Jules Harduin Mansart y en la que Napoleón I mandó erigir la que, llamándose en origen Columna de Austerlitz, fue identificada posteriormente por el nombre de la plaza. Su fuste lo revisten bajorrelives en bronce con escenas bélicas realizadas por los artistas Boziot, Bartolini, Ramey, Corbet y Ruxthiel. La estatua de Napoleón I, que actualmente remata el monumento, es la que su sobrino Luis Napoleón (por cuya iniciativa se hicieron los moldes de la Columna Trajana) encargó al escultor Auguste Dumont en sustitución de la precedente que a su vez remplazó a la primera.
Volviendo a Trajano y a su origen, sirva de término la solemne mención a Itálica y al Emperador de Rodrigo Caro:
“Estos, Fabio, ¡ ay dolor! que ves ahora
campos de soledad, mustio collado,
fueron un tiempo Itálica famosa
Aquí de Cipïón la vencedora…
Aquí nació aquel rayo de la guerra
gran padre de la patria, honor de España
pío, felice,triunfador Trajano,
ante quien muda se postró la tierra
que ve del sol la cuna, y la que baña…”
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